Los asaltantes del Capitolio de los Estados Unidos compartían en común su apoyo al presidente saliente y en funciones, Donald Trump. Las personas que han podido ser identificados hasta el momento pertenecen a grupos de ultraderecha, algunos apadrinados y mimados por el propio Trump. La gran mayoría, grupos desconocidos fuera de las fronteras del país. Algunos como QAnon, Oath Keepers o Proud Boys, una corriente política americana formada por secciones paramilitares y originada en los años 90.
Uno de los grupos más destacados durante el asalto fue QAnon, unidos por la creencia de que existe una secta satánica de pederastas dirigida por políticos demócratas. Uno de sus coloridos miembros es 'el Chamán', Jake Angeli uno de los rostros del asalto.
QAnon sufrió un duro revés con la derrota de Trump, algo que no esperaban. Su segundo mandato iba a desmantelar del todo el supuesto gobierno secreto que dirige el país desde las sombras.
Pero además de QAnon, durante el asalto al Capitolio se encontraban los 'Proud Boys' -los chicos orgullosos en castellano-. Supremacistas, neofascistas y partidarios de usar la violencia. Según ellos, la cultura occidental corre peligro.
Oath Keepers -aquellos que mantienen el juramento en castellano- son otro de los movimientos milicianos que protagonizaron en el asalto del miércoles. Su principal objetivo, explican, es mantener un "juramento" que hacen los oficiales de policía y miembros del ejército para proteger el país de "enemigos extranjeros y nacionales". Entre otros grupos también destacan Boogaloo Bois, Bundy Ranch y MAGA (acrónimo de 'Make America Great Again', lema de la campaña de Trump. Un colectivo que engloba a todo aquel asaltante).
Los seguidores de Trump desbarataron el Capitolio. En unas imágenes captadas por una cámara se puede ver cómo sembraban el caos a su paso. A patadas y a golpes, los asaltantes destrozaron el mobiliario incluso de un despacho. Tras tomarse fotos, los proTrump comenzaron a tirar los muebles desde las ventanas. Las consecuencias, cuatro muertos y un sistema centenario que este miércoles cerró el peor capítulo de su historia.
El asalto puede ser considerado como un delito estatal de sedición y acarrear penas de cárcel que pueden llegar a la cadena perpetua. El FBI ha pedido ayuda para identificar a las personas que "instigaron activamente la violencia en Washington", o que protagonizaron físicamente el asalto.