Natalya fue violada en presencia de su hijo de cuatro años por varios militares de Rusia en su casa de Brovary, a las afueras de Kiev, después de que mataran de un tiro a su marido. Tras violarla durante horas estaban tan borrachos que se quedaron dormidos. En ese momento, Natalya cogió a Oleskii y huyó campo a través.
Los nombres de Natalya y Oleskii son ficticios. Son los que han usado para contar su historia al diario The Times, desde Ternopil, donde ahora se han refugiado junto a la hermana de su marido.
A los pocos días de la invasión rusa de Ucrania aparecieron unos soldados de Rusia en casa de Natalya, que vivía en el campo con su marido y su hijo. Mataron a su perro, estrellaron su coche y registraron la vivienda. El militar al mando se identificó como Mikhail Romanov y le dijo a ella que si no estuvieran en una guerra “tendrían un romance”.
La mujer cuenta que durante la noche, estaba en la sala de calderas de la casa, donde se refugiaban de las bombas, cuando escucharon ruidos. Era de nuevo Mikhail Romanov junto con otro joven soldado. Dispararon a su marido y a ella le dijeron que se desnudara. Entre los dos la violaron durante horas. “No les importó que mi hijo estuviera llorando en la sala de calderas. Me dijeron que lo callara y volviera. Todo el tiempo sostuvieron el arma junto a mi cabeza y se burlaron de mí, diciendo ‘¿La matamos o la mantenemos con vida?’” ha explicado Natalya.
Los dos militares se fueron y ella acudió junto a su hijo que permanecía inmovilizado por el miedo. A los 20 minutos volvieron y la violaron nuevamente. “Cuando regresaron por tercera vez, estaban tan borrachos que apenas se mantenían en pie”, dijo Natalya. “Se quedaron dormidos en las sillas. Entré sigilosamente en la sala de calderas y le dije a mi hijo que teníamos que huir muy rápido o nos dispararán”.
Oleskii y ella huyeron campo a través hasta casa de un vecino. Habían estampado su coche contra un árbol. De allí llegaron a Brovary, donde se reencontró con sus suegros, que los mandaron a un pueblo en las afueras de Ternopil, donde ahora sobrevive en compañía de su cuñada. Fue ella quien le animó a acudir a la policía y contar el asesinato de su marido y las repetidas violaciones. Gracias a las redes sociales identificó a Mikhail Romanov, que tiene antecedentes por delitos sexuales.
Natalya ha contado su historia para que la gente sepa que las atrocidades que se cuentan de la guerra son ciertas. A día de hoy ha sido incapaz de explicarle a su hijo que su padre está muerto.