El coronavirus no da tregua en Europa y la segunda ola no para de marcar récords diarios. En España, sin ir más lejos, el balance de este jueves ha sido de 23.580 nuevos casos y 173 muertos más; un nuevo máximo que estremece. Las cifras no dejan de aumentar, y todavía con el temido invierno en el horizonte, la situación no invita al optimismo y no permite augurar nada bueno. Tampoco en el resto de los países de la Unión, donde, si cabe, el crecimiento está siendo aún más exponencial, tal como defiende el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, quien en su última comparecencia no ha tenido más que mostrar un mapa de colores sobre los niveles de alerta frente al contagio para resumir con un “no hace falta decir mucho más”... lo que es ya una situación de máxima preocupación.
Mientras, en las antípodas de este dramático escenario, en Asia parecen llevar una clara ventaja en la gestión y el control del virus, mucho más suavizado, al menos por el momento. El ejemplo palmario es Taiwán, hoy envidia del mundo por cosechar un récord que todos querrían para sí; uno de esos que cualquiera anhela y persigue. Básicamente, porque llevan nada más y nada menos que 200 días consecutivos sin registrar ni un solo caso local de coronavirus: mientras el SARS-CoV-2 sigue causando estragos en la mayor parte del hemisferio norte, cebándose con Europa, en Taiwán, directamente, no hay una segunda ola. Llevan desde el 12 de abril sin rastro de casos locales de coronavirus. Y todo a pesar de contar con una población de 23,5 millones de personas, una cifra significativa para una isla.
Según los expertos, a los que cita el medio Bloomberg, ha sido clave el cierre temprano de las fronteras, la estricta regulación sobre los viajes, el riguroso rastreo de los casos positivos, el estricto cumplimiento de las cuarentenas (bajo multas muy importantes) así como la tecnología y el uso generalizado de la mascarilla.
No en vano, el director de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud, Michael Ryan, señalaba recientemente que la gran ventaja de Asia frente a Europa era que los ciudadanos “tienen niveles mucho más altos de confianza en sus gobiernos y tienden a aplicar las medidas que se les imponen”, lo que permite una exitosa detección y “cuarentena constante y continuada”. En el caso de Taiwán, la experiencia con el SARS ya asustó lo suficiente como para que la población sepa que cumpliendo los protocolos sanitarios pueden controlar con mayor eficacia y eficiencia la transmisión.
Entrando en términos específicos, Taiwan comenzó a cerrar sus fronteras a los no residentes nada más estallar la pandemia, ya desde enero. Desde ese momento, el estricto control de las mismas no ha cesado.
Además, en un ejercicio de previsión y anticipación, almacenaron material médico, en especial mascarillas, logrando una distribución centralizada, algo también crucial para la gestión de la crisis.
Nada más comenzar la pandemia, el Gobierno decidió hacer acopio y prohibió la exportación de mascarillas, almacenando las fabricadas a nivel nacional. Por eso, según Bloomberg, pasaron de tener una producción de 2 millones a 20 millones de unidades por día en cuestión de cuatro meses; una auténtica barbaridad que ha permitido que los ciudadanos hayan tenido provisiones de sobra.
Cuando al exvicepresidente y epidemiólogo de Taiwán Chen Chien-jen le preguntan por su experiencia, su respuesta es clara: nada funciona sin un exhaustivo rastreo de los casos positivos y su pertinente cuarentena. Por eso, se estima que por cada caso rastreado establecen 20 o 30 contactos vinculados al mismo. Todos, aunque den negativo, tienen que cumplir una cuarentena de 14 días. Y si por alguna razón se les ocurriese saltársela… la multa disuade: un millón de dólares taiwaneses; unos 30.000 euros.
Las medidas impuestas no son efectivas si no se cumplen. Sin respetarlas no es posible apreciar sus resultados. Por eso Taiwán vigila su estricto cumplimiento. Es así como, en conjunto, por todas estas razones hoy son muchos los que consideran que este país es uno de los mejores en lo que se refiere al control de la pandemia, si no el mejor. No obstamte, aún con ello, tienen claro que no se ha de bajar la guardia, porque pese a los 200 días sin casos locales sí se han registrado casos importados: 20 en las últimas semanas, procedentes de Filipinas, Estados Unidos e Indonesia, lo que les hace estar alerta, sabedores de que, a pesar de los buenos resultados, no están fuera de peligro.