La cascada de sanciones contra Rusia por el conflicto con Ucrania no se ha hecho esperar. Los primeros en hacer anunciarlas han sido Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea. Esta madrugada se han sumado Japón y Australia. Además, Alemania, ha sido la más dura: cierra el grifo al gas ruso.
Lo impensable hace unos meses se incluye en estos paquetes de sanciones: Alemania, que depende de un 60% del gas ruso, no abrirá el nuevo y costosísimo gaseoducto Nord Stream 2, que une ambos países. Algo doloroso para Rusia, pero también para el territorio germano.
Los Ministros de Exteriores de la Unión Europea, junto a Estados Unidos, Reino Unido y Canadá, han ido donde duele: sanciones contra los bancos rusos que operan en Occidente. Medidas contra los bienes de los oligarcas, de los miembros del parlamento y de todo aquel cercano a Vladímir Putin, salvo, de momento, el propio Putin.
Queda prohibido también comerciar e invertir en las dos provincias ucranianas reconocidas por Rusia, Donetsk y Lugansk. También cabe destacar el cierre casi absoluto de los mercados financieros a Moscú y a su deuda pública.
Desde la OTAN están convencidos de que el Kremlin prepara ya una invasón de Ucrania en toda regla. La presidenta de la Comisión Europea advierte: en ese caso, la UE tiene artillería guardada. El Ministro de Exteriores del Gobierno de España comparecerá hoy para explicar la participación del país en este conflicto.