La crisis y el conflicto en la frontera de Ucrania continúa alimentando el temor a que la escalada de tensión culmine en una intervención bélica. Nadie expresa quererlo así, ni siquiera Rusia, que también insiste en que está abierta la vía del diálogo, pero la realidad es que a uno y otro lado continúa el despliegue y la movilización de tropas, con los escuadrones del Kremlin cercando el país liderado por Volodímir Zelenski.
El poderoso ejército ruso amenaza el territorio ucraniano desde el sur, en el Mar Negro, –convertido en zona caliente del conflicto–, donde sus Fuerzas Armadas recientemente han realizado ejercicios navales con una veintena de buques en la enésima exhibición de fuerza. Mientras, desde el este, Vladimir Putin sigue acumulando tropas y más tropas, y desde el norte, el estruendo de los cazas movilizados a la aliada Bielorrusia demuestran que Moscú tiene a los de Zelenski rodeados, por si fuera poco con los 130.000 soldados desplegados en la frontera entre blindados y helicópteros de combate de última generación.
A esa exhibición de fuerza, Ucrania responde estrenando sus nuevas armas antitanque llegadas desde Reino Unido, mientras en la capital, en Kiev, se están rehabilitando los viejos búnkeres de la Guerra Fría. Se construyeron para proteger a la población de una posible ofensiva desde Occidente, y hoy en la zona lo que los ciudadanos afirman es que nunca pensaron que los necesitarían para defenderse de los rusos.
Desde el Pentágono, entre tanto, persiste el convencimiento de que Rusia tiene planeada la invasión de UcraniaRusiainvasiónUcrania en su pulso a Occidente. Estados Unidos cree que Vladimir Putin podría esperar a después de los Juegos Olímpicos de Pekín, pues no querría deslucir a China.
Joe Biden subraya que la presencia militar de Rusia en la frontera con Ucrania sigue aumentando incluso en las últimas 24 horas, y Lloyd Austin, jefe del Pentágono, ha sido tajante al decir que claramente Rusia tiene la capacidad de invadir y de tomar ciudades enteras. No obstante, cree que Putin todavía no ha tomado una decisión definitiva, y por eso hoy Washington le ha vuelto a pedir que se retire porque “aún hay tiempo para la diplomacia”.
En este escenario, la diplomacia europea también se afana en seguir mediando en el conflicto para intentar frenar la intervención militar; algo que la OTAN ve cada vez más cerca, porque igualmente está convencida de que Rusia acabará invadiendo Ucrania.
En estos momentos, la Alianza Atlántica trabaja en un escenario de imprevisibilidad: nadie cede en el conflicto y saben que Putin es capaz de todo y en cualquier momento, y por eso hoy han vuelto a recordar su capacidad de fuerza y avisa de que la semana que viene continuará enviando refuerzos a Europa del este. Por eso, esta semana ya han llegado tropas francesas a Rumanía, barcos españoles al Mar Negro y cazas daneses a la zona del Báltico; una artillería que solo se pondrá en marcha, insisten, si falla la única vía que todas las partes, de momento, quieren priorizar, que es la vía del diálogo.
A Rusia no le ha gustado nada el ‘no’ de EEUU y la OTAN a las demandas que planteó el pasado viernes, cuando se reunieron el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, y el ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Para el Kremlin es condición absoluta que Ucrania no entre en la OTAN, y eso es inaceptable para Occidente, igual que renunciar a su expansión por el este de Europa.
En la misiva de Estados Unidos y la Alianza Atlántica para expresar a Moscú su rechazo a sus exigencias, tal como explicó Blinken, se reitera el apoyo a la soberanía de Ucrania y se recalca que es libre de elegir a sus aliados; unas respuestas que Rusia ha visto impregnadas de la “ambigüedad propia de Occidente”, y que han derivado, en esencia, a que todos estén preparados para lo peor.
Buscando agotar los cartuchos de la vía diplomática y ya sin Angela Merkel, si hay alguien que ha cogido con ganas la bandera europea en esta crisis es el presidente francés, Emmanuel Macron, que está en plena precampaña electoral.
De momento, tras hablar con Putin, ha recibido la misma respuesta que Rusia da desde ayer: Estados Unidos y la OTAN no han respondido satisfactoriamente a sus peticiones.
Incombustible, el ministro de Exteriores de Putin ha querido ir un poco más allá, y en efecto, dice que Occidente usa en esa misiva su típico lenguaje ambiguo e impreciso. Sin embargo, también saca la pipa de la paz: “Si depende de nosotros no habrá guerra. No queremos guerra, pero no permitiremos que se ignoren nuestros intereses”, ha señalado Lavrov.
Esos intereses, cabe subrayar, no son solo la incorporación de Ucrania a la OTAN o la presencia de misiles en los países del Este. También es el gas que vende a Europa, y que debería consolidarse con la apertura del costosísimo gasoducto Nord Stream 2, que llega hasta Alemania. Por eso, la Unión Europea ha incluido hoy ese gasoducto entre las armas diplomáticas con las que presionar a Moscú.