Rusia y las tropas de Vladímir Putin siguen con un objetivo claro: Kiev. La capital se ha convertido en un macabro escenario de guerra con bombardeos sobre edificios residenciales. Es el alto precio que están pagando cientos de miles de ciudadanos. El presidente de Rusia ambiciona la capital y esa onda expansiva se traduce en un hostigamiento sistemático que se ceba en la población civil.
Sin embargo, la moral de los ciudadanos ucranianos, lejos de evaporarse, se acrecienta. "Estoy furioso", dice Sergey, ahora sin vivienda por el último bombardeo que documenta la policía. El temor a morir atrapado en un bombardeo es ya una sensación cotidiana.
Los bomberos de Kiev están extenuados. No hay descanso en tiempos de guerra, pero tampoco asomo de derrotismo.
Las autoridades de Ucrania han denunciado este jueves la muerte de más de 50 civiles por ataques rusos durante el último día contra la ciudad de Chernígov, en el marco de la ofensiva lanzada por Moscú el 24 de febrero por orden del presidente de Rusia, Vladimir Putin.
"Estamos sufriendo grandes pérdidas. Ayer, los cuerpos de 53 de nuestros ciudadanos, que murieron a manos del agresor ruso, llegaron a las morgues de la ciudad. Vengaremos la muerte de cada uno de nuestros ciudadanos", ha dicho el jefe de la de Administración Estatal de Chernígov, Viacheslav Chaus.
"Las Fuerzas Armadas de Ucrania siguen dando golpes devastadores a las Fuerzas Armadas del enemigo. Cuando las fuerzas no están en zonas pobladas, el enemigo entra en pánico y sufre grandes pérdidas", ha sostenido, tal y como ha recogido la agencia ucraniana de noticias UNIAN.