Rusia no ha cesado sus ataques a Ucrania en el Día de la Victoria, una fecha que podría ser clave para el futuro de la guerra. El ejército ruso ha seguido avanzando sobre el este de Ucrania, pero el ritmo sigue siendo muy lento.
El coste de la conquista del Donbás sigue siendo altísimo para Rusia. Con ayuda de los mercenarios chechenos, el ejército ruso está controlando Popasna, una ciudad estratégica de Lugansk desde la que avanzar hacia el oeste, intentado embolsar a las fuerzas ucranianas que defienden sus posiciones.
Por su parte, Ucrania repele con artillería aliada esos intentos de avance ruso. Lisichansk y Severodonestk están en el punto de mira del Kremlin. Los aviones rusos bombardean ya los alrededores, allanando el camino a sus tropas.
Las autoridades ucranianas han acusado a las fuerzas rusas de bombardear un cementerio judío en la localidad de Glujov (noreste), un incidente por el que Kiev ha vuelto a equiparar a las tropas leales a Moscú con el nazismo.
El ministro de Cultura, Oleksandr Tkachenko, ha compartido en redes sociales imágenes del cementerio destruido, donde estarían enterradas víctimas de los abusos perpetrados en 2018. A su juicio, es "otra prueba de que no son diferentes de los fascistas que exterminaron a los judíos hace 80 años".
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó el 24 de febrero invadir Ucrania e incluyó entre sus justificaciones la necesidad de "desnazificar" el país vecino. Sin embargo, a raíz de los abusos perpetrados en estos meses, han sido las autoridades ucranianas las que han acusado a las rusas de comportarse como nazis.