Además de los atentados en el aeropuerto y en un hotel, se habría producido un tercer ataque sobre las 9 de la noche hora española.
Al parecer se trata de una tercera explosión, esta vez dirigida contra una patrulla talibán. De momento no se sabe cuántas víctimas hay.
En el atentado suicida en el aeropuerto han muerto al menos sesenta personas, entre las que hay doce militares estadounidenses.
"Hoy es un día duro", ha explicado el general Kenneth 'Frank' McKenzie, comandante del Comando Central de Estados Unidos, tras confirmar las cifras de muertos y fallecidos en rueda de prensa desde el Pentágono.
McKenzie ha explicado que en el atentado han participado dos suicidas y varios individuos armados más que abrieron fuego tras las detonaciones. "Se ha concluido que eran combatientes del Estado Islámico", ha indicado el oficial estadounidense, que ha identificado igualmente como milicianos de este grupo a los individuos que abrieron fuego tras las explosiones.
Ha sido un "complejo ataque", en palabras del Pentágono, que se ha replicado en un hotel también cerca del aeródromo y que suponen las primeras bajas militares estadounidenses en Afganistán desde febrero de 2020.
La Embajada de Estados Unidos, que el miércoles había lanzado un aviso por un posible atentado inminente, ha recomendado a sus ciudadanos que eviten dirigirse al aeropuerto y a sus puertas tras las explosiones. "Los ciudadanos estadounidenses que se encuentran en Abbey Gate, East Gate o North Gate deberían marcharse inmediatamente", ha instado.
Por su parte, el embajador francés en Kabul, David Martinon, ha aconsejado a los "amigos afganos" que se encuentran en las proximidades de la entrada del aeropuerto que se alejen con urgencia y busquen cobijo ya que "es posible una segunda explosión", ha escrito en su Twitter.
Los talibán advirtieron esta semana de que no facilitarían la llegada al aeródromo de ningún ciudadano afgano y también exhortaron a la población a abandonar la zona, aludiendo igualmente a razones de seguridad. Sin embargo, cientos de personas seguían en la zona, haciendo caso omiso a las alertas que no cesaban de llegar con la esperanza de poder subir a un avión tarde o temprano.