Razones del desplome del Movimiento 5 Estrellas en Italia
Desde el 2018 han perdido 8 millones de votos
Si ahora Italia tuviese que adelantar las elecciones muchos de sus parlamentarios perderían sus escaños y dejarían de tener el poder del que han vivido todos estos años
Deben definir su nuevo futuro político, en el horizonte un gran pacto de izquierda con el PD
¿Cuál es el futuro político del Movimiento Cinco Estrellas? Se preguntan sus votantes, sus contrincantes y ellos mismos. En 2009 fue fundada como una fuerza antisistema, y en 2018 conquistaron las urnas revolucionando la política italiana. Se convirtieron en un fenómeno y alcanzaron el 32,7% de los votos. Conformaron un Gobierno de coalición con los votos de Matteo Salvini y su derechista Liga, el que luego sería el Conte I. Habían conseguido llevar su proyecto apolítico a la política, habían puesto a uno de los suyos a dirigir Italia y algunas de sus mayores apuestas en grandes ciudades italianas, como Roma con Virginia Raggi o Turín con Chiara Appendino, y estaban en municipios de norte a sur del país.
Ese Gobierno se rompe y forman el Gobierno Conte II en el que se alían con el Partido Democrático, que había sido su enemigo hasta hace bien poco, a través del que habían construido la retórica de la vieja política. Ahí, explica Mara Morini, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Génova y estudiosa del partido, cometen su primer gran error: “Demuestran que van con unos y otros”.
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En enero de 2021 cae el Gobierno Conte II, que se ve obligado a dimitir. Deciden apoyar el Gobierno técnico Draghi y en la votación pierden muchos parlamentarios, que rompen la disciplina de grupo votando en contra, amortiguan con los números del 2018, pero su realidad ha cambiado mucho en estos años.
A lo largo de este camino en la práctica política, se han ido perdiendo muchos de los 227 escaños con los que contaban tras las elecciones del 4 de marzo de 2018, no solo con el broche final del pasado febrero con Draghi. La falta de consenso, la presión del liderazgo de Grillo y algunos escándalos salpicaron los nombres del grupo, como el caso de la diputada Sara Cunial, a la que echaron por sus posiciones anti vacunas, sus discursos sobre los microchip y la violación del primer confinamiento para ir a la playa, usando su condicional de parlamentaria. En esa subida al cielo y posterior descenso se encuentran muchas cosas, entre ellas el hecho de acabar formando parte de una política que criticaban, algo muy común en los partidos abiertamente populistas, como explica Morini.
“Sus propuestas iniciales, relacionadas sobre todo con el medio ambiente, no eran ni de izquierdas ni de derechas, intentaban no vincularse con ninguna posición política clara, apostaban por la democracia directa y no la representativa. Se encontraron con el problema de que para formar parte de la política tienes que aceptar su sistema”, argumenta Morini. Además, empezaron a desmarcarse nuevos poderes dentro de la formación que incomodaban al fundador, el cómico Beppe Grillo. “Tanto incoherencias programáticas como la fuerte presencia de Grillo, no aceptada por muchos parlamentarios, han afectado. Y haberse convertido tanto en parte de las instituciones, ahí se produce una desvinculación con el ciudadano”, explica. En todo este tiempo han perdido 8 millones de votantes.
Guerras internas
Los últimos meses han sido cruciales para definir la nueva figura del Movimento. El enfrentamiento entre Grillo, en horas bajas personales y políticas, y la búsqueda de liderazgo del ex primer ministro Conte, los dos pesos pesados del partido, se enfrentaban pública e internamente. Luego, como dice Morini, entendieron que se necesitaban el uno al otro. La politóloga destaca el papel del otro peso pesado, de la tercera pata del partido, Luigi di Maio, actual ministro de Exteriores y la voz mediadora, dicen muchos, desde hace tiempo entre los Cinco Estrellas.
El transformismo italiano, una seña de identidad de la política de este país, como dice la experta, permite que ahora, en una nueva reformulación se estén produciendo las negociaciones para una posible coalición de izquierdas con el PD, la unión entre Enrico Letta y Giuseppe Conte, que pasará también por un posible nombre en común en las propuestas para la presidencia de la República.
Si hubiera elecciones, los sondeos no les dan prácticamente representación
Otra seña de identidad del universo político de este país es el acuerdo: por mucho que el mar parezca revuelto, prevalece el consenso antes o después, con el peligro siempre de un nuevo naufragio al día siguiente. Si ahora se produjeran elecciones, en el caso en el que, como quieren dentro y fuera de Italia, Mattarella sea sustituido en la Presidencia de la República por Mario Draghi y se necesitase ir a votar, los Cinco Estrellas perderían una gran cantidad de parlamentarios, más aún, y su poder político.
Han desaparecido de las principales ciudades donde gobernaban y ahora, a nivel nacional, según los últimos sondeos, serían la cuarta fuerza con, aproximadamente, un 16%, muy lejos del 33% de aquel 2018. Sus votantes, aunque adoraban a Conte -hace un año era el político más querido en Italia- ya no se acuerdan de su mejor época: no han ido a votar en las municipales, como dicen las encuestas, echan de menos una nueva estrategia comunicativa que dé sentido al camino recorrido estos años y también a los baches ya superados.