El plan para salvar al mundo de lo peor del cambio climático se basa en datos. Pero los datos en los que se basa el mundo son inexactos. Así se refleja en una nueva investigación el diario estadounidense The Washington Post, en la que aseguran que muchos países del mundo subestiman sus emisiones de gases de efecto invernadero en sus informes a las Naciones Unidas.
El análisis de 196 informes revela una enorme brecha entre lo que los países declaran que son sus emisiones y los gases de efecto invernadero que realmente están enviando a la atmósfera. Los investigadores hallaron un subregistro significativo de emisiones de gases de efecto invernadero, que van desde 8.500 millones de toneladas a 13.300 millones de toneladas.
Durante los próximos 100 años, esta cifra máxima de 13.300 millones de toneladas de gases de efecto invernadero sin declarar, tendrían el mismo impacto de calentamiento que las emisiones anuales de dióxido de carbono de unos 2.900 millones de automóviles, según el rotativo. Supondría el 23% de la contribución total de la humanidad al calentamiento del planeta.
"Si no conocemos el estado de las emisiones hoy, no sabemos si estamos reduciendo las emisiones de manera significativa y sustancial. La atmósfera, en última instancia, es la verdad. El ambiente es lo que nos importa. La concentración de metano y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera es lo que está afectando al clima", señala al respecto Rob Jackson, profesor de la Universidad de Stanford y presidente del Global Carbon Project, una colaboración de cientos de investigadores.
La investigación muestra que faltan por reflejar en los informes grandes cantidades de emisiones de dióxido de carbono y metano, así como volúmenes más pequeños de potentes gases sintéticos. Esto es el resultado de las reglas impuestas a las naciones, que aportan en algunos casos infomes incompletos.
El análisis de The Washington Post se basa en un conjunto de datos que creó a partir de las cifras de emisiones que los países informaron a las Naciones Unidas en una variedad de formatos. Teniendo en cuenta la falta de datos de varios años, se utilizó un modelo estadístico para estimar las emisiones que cada país habría informado en 2019. Después se comparó el total con otros conjuntos de datos que miden los gases de efecto invernadero globales.
La mayor parte de esta brecha -datos sin declarar- se debe a cómo los países contabilizan las emisiones de dióxido de carbono. La tierra puede absorber carbono a medida que las plantas crecen y los suelos lo almacenan, o puede liberar carbono a la atmósfera a medida que los bosques se talan o se queman y cuando se drenan las turberas.
Uno de los principales puntos de la controversia es que muchos países intentan compensar las emisiones de la quema de combustibles fósiles afirmando que el carbono es absorbido por la tierra dentro de sus fronteras. Esto supondría en torno al 59% de la brecha -de las emisiones no declaradas en los informes-.
Las normas de la ONU permiten que países como China, Rusia y Estados Unidos, resten cada uno más de 500 millones de toneladas de emisiones anuales de esta manera, y en el futuro podrían permitir que estos, junto a otros países, continúen liberando emisiones significativas mientras afirman tener niveles mínimos.
Dentro de la problemática, las emisiones de metano constituyen una segunda parte importante de los gases de efecto invernadero que faltan en la base de datos de la ONU. Conjuntos de datos científicos independientes muestran entre 57 millones y 76 millones de toneladas más de emisiones de metano que los informes de países de la ONU. Eso se traduce en entre 1.600 millones y 2.100 millones de toneladas de emisiones equivalentes de dióxido de carbono.
Las investigaciones también apuntan que los países están subestimando el metano de todo tipo; En el sector del petróleo y del gas, donde se filtra por tuberías y otras fuentes; en la agricultura, donde surge de las vacas y otros animales rumiantes; y en los vertederos, que son una fuente importante.
Los funcionarios de la Unión Europea estiman que las reducciones rápidas del metano podrían recortar al menos 0,2 grados centígrados del aumento general de la temperatura global para 2050. Más de 100 naciones han firmado el Compromiso Global de Metano, una iniciativa lanzada por EEUU y la UE que tiene como objetivo reducir estas emisiones en un 30% para 2030. No obstante, China y Rusia siguen sin unirse al pacto.
Mientras tanto, los gases fluorados, que son exclusivamente de origen humano, tampoco se notifican. Conocidos como "gases fluorados", se utilizan en la industria del aire acondicionado, la refrigeración y la electricidad. Numerosos países no informan de estas emisiones en absoluto, una deficiencia importante, ya que algunos de estos potentes gases de efecto invernadero son una parte creciente del problema climático mundial.
Tampoco hay que olvidar que muchos de los problemas que causan la brecha provienen del sistema de informes de la ONU. Los países desarrollados - históricamente responsables de la mayoría de los gases de efecto invernadero en la atmósfera- tienen un conjunto de normas y suelen informar de sus emisiones cada año, mientras que los países en vías de desarrollo tienen otras, con amplia libertad para decidir cómo y cuándo informar. Muchos no lo hacen en años.
Algunos países con datos rezagados tienen huellas de carbono significativas: Irán, uno de los 10 mayores emisores, no ha presentado un inventario desde 2010; Catar, un gran productor de gas natural, reveló por última vez sus emisiones en 2007; y Argelia, un importante productor de petróleo y gas, en 2000. El Acuerdo de París, la Cumbre Climática COP26 de Glasgow y otros pactos plantean aumentar la vigilancia de emisiones, pero los países de todo el mundo deben cumplir.