En pleno mes de agosto donde todo son aglomeraciones, colas para embarcar, listas de espera en los restaurantes, hoteles saturados… Aún es posible viajar solo en un avión comercial. Le ha ocurrido a un neoyorquino que, como director de cine que es, ha aprovechado para narrar su insólito viaje como único pasajero de un vuelo.
La primera sorpresa agradable: no hay cola en la puerta de embarque. La encargada anuncia por megafonía que él es el único pasajero del vuelo entre Aspen y Salt Lake City. "¿El señor Peone?", le llaman las azafatas.
Alucinado, Vicent Peone, se dirige hacia “nunca mejor dicho” su avión. La compañía ha decidido mantener el trayecto, aunque la falta de viajeros y de sus equipajes obliga a subir bolsas con arena a la aeronave hasta llegar al peso mínimo recomendado. Peone no da crédito a lo sucedido y se siente como una auténtica estrella de Hollywood, incluso decide agradecer personalmente al comandante y al piloto que hoy trabajen exclusivamente para él.
También las azafatas se divierten con la peculiar situación: "Buenas tardes, Vincent". Le dicen que permanezca en su asiento durante el despegue y el aterrizaje. En medio tiene todo el aparato a su disposición. Este director de cine y televisión termina su aventura como las estrellas a las que suele filmar con su cámara. Posando ante el que la casualidad ha convertido -durante una hora- en su jet privado.