Con 23 años Nilab Durrani es una emprendedora que conduce por las calles de Kabul. Del orgullo de haber abierto la primera academia para mujeres conductoras ha pasado a una total incertidumbre. Un día después de que los talibanes tomaran el poder, unos milicianos arrancaron el letrero de su Academia y desde entonces ni una sola mujer ha vuelto para sacar su carnet de conducir.
Las alumnas nos llaman, explica Nilab, preocupadas por su seguridad. Dicen que si vienen a clase alguien puede molestarles y cuestionarles. Con ayuda de Naciones Unidas Nilab abrió esta academia en la capital afgana hace un año y tenía planes de abrir otra en Kandahar.
Contaba además con mujeres instructoras, lo que facilitaba en las familias que dejaran a las jóvenes acudir a clase. Ahora está abatida por la situación y porque funcionarios del gobierno le han dicho que no garantizan su seguridad si ella quiere volver a trabajar. Pero la llegada de los talibanes ha cercenado los derechos de las mujeres y los planes de futuro de Nilab.