La localidad ucraniana de Járkov se encuentra entre las más castigadas por las tropas rusas. En las imágenes de un vídeo podemos ver los destrozos causados por otro bombardeo. Sobre la ciudad caen a diario decenas y decenas de proyectiles, pero muchos de ellos no llegan a explotar. Según la Inteligencia estadounidense, más de la mitad de los misiles lanzados por Rusia no alcanzan sus objetivos.
En un mes de guerra, Rusia ha lanzado más de mil misiles de crucero. Bombas arrojadas desde los aviones han sido muchísimas más, pero la mayoría han terminado clavadas en el asfalto y siendo pasto de los selfies. O, incluso, incrustadas en la cocina al lado del baño, como una escobilla gigante llegada después de perforar el falso techo.
La Inteligencia de Estados Unidos calcula que hasta el 60% de los misiles y bombas teledirigidos rusos han sufrido fallos, que incluyen desde la imposibilidad de ser lanzados hasta no conseguir explotar en el impacto. Lo hemos visto prácticamente todos los días.
Si el dato que proporciona el gigante norteamericano es cierto, esa enorme tasa de errores en sus misiles se uniría al fracaso que ya experimenta el Kremlin en otros campos como el suministro y el abastecimiento o la moral de la tropa. Mucho más baja que la de los ucranianos que se divierten con sus bombas fallidas.