El 50% de los niños y las niñas del mundo es víctima de algún tipo de violencia, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Esto es, uno de cada dos niños de entre dos y 17 años ha sufrido abusos físicos, sexuales, emocionales o de abandono en los últimos meses, y más del 80% ocurrió dentro del núcleo familiar, según recoge 'Infobae'.
Semejante magnitud de violencia, sin embargo, suele permanecer oculta, pasar desapercibida o no se detecta ni se denuncia en la misma medida en que sucede. A pesar de que todas las agresiones y en cualquiera de sus formas tienen un impacto negativo sobre el desarrollo de las niñas, niños y adolescentes, con consecuencias en su salud psíquica y física, y en la autoestima.
Virginia Berlinerblau, médica especialista en Psiquiatría Infanto Juvenil y en Medicina Legal, analizó para 'Infobae' una situación que UNICEF denomina como “la pandemia oculta”: “Son varios los factores que influyen en la violencia contra niñas, niños y adolescentes. En primer lugar, la infancia es un colectivo históricamente minimizado; sus derechos y sus voces en las prácticas. En segundo lugar, sigue funcionando la idea de que cada madre y padre cría a su hijo como quiere, y se naturaliza la violencia física como método de disciplina. Es visto como una cuestión privada de cada familia".
"Luego, la gente muchas veces prefiere mirar para otro lado porque involucrarse es un esfuerzo personal grande. En este punto creo que se suma cierto descreimiento de la actuación policial, judicial y de las defensorías de menores”, añade.
Berlinerblau pone el foco también en el papel del Estado: “Las infancias no son prioridad y esto se refleja en la asignación de recursos, en la falta de respuestas estatales o en las deficientes respuestas estatales. No hay suficientes profesionales: ni pediatras, ni de la salud mental, ni psicopedagogas, los equipos escolares interdisciplinarios están pauperizados. Y encima en la justicia prima aun el derecho del padre o de la madre biológica por sobre la función”.
Por otra parte, el último informe político de la OMS en la región de Europa, 'Health concerns among children deprived of liberty', advierte de las consecuencias negativas e "irreversibles" de la privación de libertad para la salud física, mental y el desarrollo cognitivo de los niños.
El periodo de la primera infancia es una fase crucial del desarrollo a lo largo de la vida. Los déficits en cinco factores centrales (nutrición adecuada, seguridad y protección, cuidados receptivos, aprendizaje temprano y acceso a los servicios de salud) tienen impactos duraderos y perjudiciales en la salud y el bienestar de los niños.
"Es un grave factor de estrés para cualquier niño. Los centros de reclusión, detención o institucionalización pueden ser, por reputación y experiencia, lugares peligrosos, desde la insuficiencia de servicios sanitarios hasta la violencia o el abuso de sustancias», ha dicho la doctora Carina Ferreira-Borges, jefa interina de la Oficina Europea de la OMS para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles (Oficina de ENT), que también dirige el Programa de Salud en las Prisiones de la OMS.