Revolver todo para que no cambie nada. Las últimas horas habían sido determinantes en lo político, necesarias para hacer los movimientos justos que llevasen al país a un bis de Mattarella. Toda una serie de pasos: conseguir la disponibilidad de los partidos -después de llegar al límite de sus propuestas-, terminar de quemar los candidatos que aún pululaban, y recoger el consenso para ir con los números a “suplicarle” su segundo mandato. Entregar, así, el futuro del país al único hombre que podía mantener la estabilidad que estos días rozó el precipicio en Italia. Utilizando una última carta, legal, pero no “natural” a nivel constitucional, pero la única que ha sido posible seis días y ocho votaciones después ante una clase política debilitada y fragmentada ante su propia incapacidad. Los líderes de los cinco partidos principales que componen las cámaras italianas no han sido capaces de encontrar una solución que pudiese facilitar una renovación en el cargo más importante del país. “Es lo mejor que podía ocurrir para los italianos y lo peor para la clase política”, dicen en Montecitorio todos. Sergio Mattarella fue reelegido con 759 votos, el segundo presidente más votado de la historia italiana.
Él lo repitió en muchas ocasiones, se buscó incluso una nueva casa en el centro de Roma con la intención de terminar su mandato y abandonar el Palacio del Quirinal, el que fue su hogar durante siete años y que lo será por los próximos. Pero, repite un senador del Movimiento Cinco estrellas, Vincenzo Presutto, que había insistido desde un primer momento en la idoneidad para el país de mantenerlo, que había dejado siempre una puerta abierta a que ocurriese si el país necesitaba ser salvado. Otro diputado que lo pidió siempre del PD, Matteo Orfini ,que reconoce que la estrategia de su partido fue siempre intentar replicar el gran acuerdo que sostiene a Draghi en el Gobierno para la presidencia de la República. Explica en que los partidos cierran, a pesar de las dificultades, con un acuerdo y que eso los hará fuertes. Pero, Luigi Curini, experto y profesor en Ciencias Políticas, explica que lo ocurrido es una clara señal de la debilidad del sistema político italiano y de la falta de responsabilidad de unos partidos que han atrasado una decisión que tendrá que ser tomada antes o después. “Esto demuestra que los políticos que han sido votados no están capacitados para realizar su trabajo”, dice.
Lo importante, insisten los analistas, está en los días posteriores, en qué precio pagará la política italiana tras esta guerrilla. “Matteo Salvini es el peor parado, arriesgó con la propuesta de Elisabetta Casellati ayer y eso le hizo perder todas las opciones. El M5s ha dejado ver que tiene dos grandes corrientes de pensamiento muy diferentes: Conte y Di Maio. El PD a su vez ha salido beneficiado de su prudencia y de lo mal que le ha ido a los demás. Los socios de centro derecha no sé si serán más socios después de esto”, dice Curini.
Giorgia Meloni rechazó la opción de Mattarella, que no contó con los votos de su partido, y criticó, sobre todo, que su socio Salvini la acabase aceptando. Una senadora de Forza Italia confiesa que hubiese sido mucho más inteligente darle una respuesta al país y lamenta que no se haya decidido nada. “El muro contra muro es un mensaje terrible para el país”, añade.
Esta fumata blanca que llegó solo en una votación de tarde, la número ocho, preparada desde la mañana del sábado, fue la victoria de los llamados peones, aquellos parlamentarios y senadores que forman parte de los partidos y que casi nunca tienen un poder de decisión significativo. Con sus votos presionaban, cada vez con un número más alto, a los dirigentes políticos que apuraban otras estrategias, dejando claro que Mattarella era la opción que beneficiaba a todos. Muchos de ellos fueron el bastión contra sus propios líderes de partido y las decenas de reuniones que no llevaron a ninguna parte, o a la misma casilla de salida que hoy se cuenta en este artículo.
El antecedente a este bis que aceptará Sergio Mattarella en un acto oficial el próximo martes o miércoles ha tenido un precedente en la historia de la República italiana. Giorgio Napolitano fue reelegido en 2013 y eso, explica el profesor de Derecho Daniele Coduti, abrió una vía. Aún así, insiste el experto, aunque no existe una prohibición, todos los constitucionalistas explican que está desaconsejada porque “los padres de la Carta Magna” nunca pensaron en una repetición del mismo jefe del Estado cuando redactaron el texto.
El Presidente número 13 de la República italiana será, de nuevo, Sergio Mattarella. En las breves palabras que dirigió a los italianos tras recibir la notificación del cargo, en la noche del sábado, expresó el compromiso con la realidad que está viviendo Italia y su deber de aceptar esta solicitud de las fuerzas políticas con rigor y con respeto, como ha hecho siempre.