Era importante el tercer día de la marmota, de los votos en blanco, porque era el día que se podían cerrar los primeros acuerdos realistas antes del cuarto voto de este jueves. La norma prevé que se rebajen los votos necesarios para elegir al Presidente y ese dato cambia todo. Los nombres que salgan hoy en las papeletas de los diputados italianos, tendrán verdaderas posibilidades.
La del miércoles fue una jornada de transición.
El día empezaba con el voto a las 11 de la mañana y terminaba pasadas las 14 pero la última hora informativa se alargaba toda la tarde, y también hasta bien entrada la noche, en un continuo encuentro entre los principales líderes políticos y sus formaciones para conseguir el ansiado acuerdo que lleve, hoy jueves o mañana viernes, al Presidente número trece de la historia de la República italiana al Quirinal. ¿O a la presidenta?
Mientras se desarrollaban las primeras horas de la votación, era el nombre de la presidenta del Senado, Elisabetta Casellati de Forza Italia, el que sonaba como una posible opción de desbloqueo a partir de la cuarta votación. Entraban y salían senadores y parlamentarios, jefes de partido y, pasando las horas, se fue difuminando la propuesta que partía del centro derecha ante una negativa rotunda del M5S y del PD, hasta ahora alineados en sus posiciones.
Se difuminaban también los otros tres nombres oficiales que habían dado ayer los líderes de la coalición conservadora, Salvini, Berlusconi y Meloni. Las varias propuestas, públicas y privadas, perdían fuelle. A la salida del voto una parlamentaria socialista reconocía que había visto cerca la posibilidad de la conservadora Casellati, que incluso se había difundido la voz de un voto “solo por ser mujer”, en algunos determinados ambientes, que podía jugar a su favor. A primera hora de la tarde las cartas ya habían vuelto a cambiar y la noria de nombres volvía a los pasillos de Montecitorio. Casellati desaparecía del panel de candidatos.
Reconocen varias fuentes políticas que es la primera vez que se encuentran ante una votación en la que tantos nombres ocupan la escena, entran y salen o se mantienen, a pesar de los obstáculos, como el de Mario Draghi. La candidatura del actual primer ministro técnico ha venido a menos con el paso de los días dentro de las estrategias políticas. Se antoja complicado asumir los cambios que supondría su paso al Quirinal por la falta de entendimiento entre partidos generalizada en esta semana y por el nivel de desencuentro.
Ya no es visto como el candidato de consenso que todos votarían, que no se haya llegado a un acuerdo trasversal y amplio en las tres primeras votaciones quiere decir que ha fallado la estrategia del gran candidato. Se deshincha la idea de que Draghi sea absolutamente indispensable, los parlamentarios tienen miedo a su capacidad y a su acumulación de poder y algunos empiezan a rechazar la idea de “mantenerlo” a toda costa. Es el nombre del actual primer ministro la candidatura de las mil puntas, de los mil hilos que dejar atados: su sustituto en el Quirinal, unos posibles nuevos roles en el Gobierno para quien facilitase su elección, como Matteo Salvini, que apuntan que querría el Ministerio de Interior, y que todo esto se factible y aceptado por él mismo.
El otro nombre del que se habla es el del centrista Pier Ferdinando Casini, que ha estado siempre en las quinielas y ha sido quemado y vuelto a recuperar en diversas ocasiones en los últimos tres días. Sería un candidato que podría verdaderamente unificar a derecha y a izquierda, con un acuerdo más veloz que el que requiere Draghi, con las nombradas necesidades de cambio que arrastraría. Si se juntasen PD, el partido de Renzi, Italia Viva, y el centro derecha darían los números para hacerlo presidente, pero el M5S abandonaría la coalición de Gobierno y pasaría a ser oposición. Giuseppe Conte advierte a última hora de la jornada que no apoyará ninguna propuesta pública de un partido o coalición, sino que apuesta por un nombre negociado y cerrado previamente en un acuerdo “compartido por todos”. Esta serie de piezas de dominó, que hacen caer unas a otras, dan fe del complicado mecanismo de acuerdos y de la relevancia política que esta elección del Presidente de la República esconde.
Las presiones no escapan a nadie, en la votación hubo otro aspecto destacable además de que los votos a Sergio Mattarella, para un bis en su cargo como Presidente, han aumentado a 125. Los de Giorgia Meloni decidieron dar un golpe encima de la mesa, un mensaje a su propia coalición de centro derecha, votando simbólicamente a su fundador, Guido Crosetto, que se llevó incluso más votos, algunos francotiradores de otros partidos, y llegó a 114, en una estrategia siempre de presión de los parlamentarios. Quieren meter prisa y no respetar el voto en blanco previsto es una forma de hacerlo. Y lo que pueda pasar el jueves es peligroso, el centro derecha podría hacer un intento de votación con éxito, de un candidato “menor”, que consiguiese inesperadamente la mayoría y que frenase los acuerdos “de mayor calado” que se preparan, que piden todos los que estos días han repetido la frase de “un candidato a la altura del país”.
Ahora más que nunca todo lo que ocurra tendrá un peso en el Gobierno, las decisiones harán que caiga o se mantenga y un tsunami político está a punto de desencadenarse ante las dos votaciones cruciales de jueves y viernes. Se cierra el día con el vértice del Partido Democrático y Enrico Letta, el secretario, apunta a un acuerdo el viernes y se niega a un nombre de la derecha, dice, además, “esa será nuestra victoria”. La noche del miércoles al jueves es larga en las negociaciones de los partidos que apura sus tiempos. Si es verdad eso que dicen en Italian de que il biongiorno si vede del mattino- el buen día se ve desde por la mañana- las primeras del jueves serán cruciales.