Estudian destruir la escuela de Columbine por el morbo y la obsesión que la masacre provoca

  • Se desarrolla un sondeo comunitario para considerar si destruir el edificio

  • Cada vez más individuos buscan entrar ilegalmente al lugar de la matanza

  • Algunos, obsesionados, buscan "reconectar con los asesinos"

Estados Unidos se resigna. Es duro y verdaderamente doloroso reconocerlo, pero masacres como la perpetrada en la Escuela de Secundaria de Columbine generan "morbo" e incluso "fascinación" hasta el punto de convertirse en un serio problema y una amenaza. Ha sido el propio Distrito de Escuelas Públicas del Condado de Jefferson, que gestiona los centros de educativos del condado, perteneciente al estado de Colorado y entre los que se encuentra Columbine, quien ha dado el primer paso para admitirlo.

Concretamente, lo que se ha decidido es sondear la opinión de la comunidad para tratar de determinar si llevar a cabo o no una idea que ya se contempla seriamente: echar abajo el centro donde tuvo lugar la matanza en la que 12 estudiantes y un profesor perdieron la vida, asesinados en un trágico 20 de abril de 1999. Fueron dos estudiantes de la propia Escuela de Secundaria de Columbine, Eric Harris y Dylan Klebold, los que armados con explosivos, cuchillos y armas de fuego, perpetraron una masacre que aún hoy retumba y estremece, perpetuándose en el tiempo y en el recuerdo con cada tiroteo que se produce en centros educativos estadounidenses.

Los ecos de la masacre: "Reconectar con los asesinos"

La crueldad del suceso dejó una tragedia que, no obstante, pese a resultar escabroso, hoy desata situaciones y sensaciones tan potentes como contrapuestas: por un lado permanece ese miedo, ese pánico que nunca se olvida, con padres y alumnos sobrecogidos cada vez que un incidente similar se produce en el país. Por otro, y al contrario, el morbo de algunos de visitar el lugar donde pasó todo, e incluso, de alguna manera, “reconectar con los asesinos de 1999”, tal y como se expresa en un comunicado emitido por el distrito escolar.

No en vano, este mismo año el centro ha registrado un récord en lo que respecta al número de individuos que han intentado entrar en la escuela de forma ilegal, traspasando la propiedad. Algo que tampoco es casual, porque justo es este año cuando se ha cumplido, el 20 de abril, el vigésimo aniversario de la matanza.

El problema se multiplica, especialmente, cuando además ese morbo escala en fascinación y esa fascinación, en ocasiones, llega a convertirse en obsesión

Basta recordar, casi en la víspera del aniversario de la masacre, el caso de Sol Pais, una joven de tan solo 18 años que hizo que se activasen todas las alarmas en Estados Unidos desatando una búsqueda interestatal después de que se descubriese que estaba obsesionada con la matanza, que había desaparecido de su residencia en Surfside, Miami, y que previamente se había interesado en cómo hacerse con un arma.

Cuando las autoridades siguieron su rastro, antes de localizarla, descubrieron que había viajado precisamente a Colorado, donde se había hecho con un arma de fuego. Finalmente, no reprodujo la masacre. La encontraron muerta. Presuntamente por una herida autoinfligida. El caso provocó que 19 centros educativos de distritos de Colorado fuesen cerrados. Desató el pánico, y no fue el único, porque a pocos días del aniversario las amenazas desde uno y otro punto se multiplicaron.

Columbine, atrapado en una espiral del miedo

En este contexto, Columbine está atrapado en una especie de ‘espiral del miedo’ en un país en el que el derecho de sus ciudadanos a poseer armas de fuego está amparado por la Segunda Enmienda de la sacrosanta Constitución, mientras multitud de voces claman por un mayor control de las mismas.

Es por ello por lo que, “dado que la fascinación y el morbo se ha incrementado a lo largo de los años, en lugar de disiparse”, el Distrito de Escuelas Públicas del Condado de Jefferson cree que “es hora de que la comunidad considere la opción” de derribar el edificio.

En este sentido, tal y como informa CNN, la administración está explorando también la posibilidad de pedir a los votantes fondos adicionales para construir un nuevo centro. Éste mantendría el nombre, la misma mascota y los mismos colores, al tiempo en que se preservaría la denominada ‘Hope Library’ (Biblioteca de la Esperanza), construida tras el tiroteo.