Las ciudades estadounidenses de Portland y Seattle han sido escenario de actuaciones policiales para dispersar las protestas convocadas por la muerte del ciudadano de raza negra George Floyd, parte de las multitudinarias marchas en recuerdo del fallecido que han ocurrido a lo largo de esta madrugada en todo el país.
La intervención policial ha sido especialmente dura en Portland, donde ha resultado herido un agente de Policía por el impacto de un objeto -- un cohete de fuegos artificiales, según la oficina del Sheriff del contado de Multnomah al diario 'The Oregonian'--.
La Policía finalmente declaró que la reunión era un disturbio civil, y comenzó a dispersar por la fuerza a las multitudes, concentradas en particular delante del Palacio de Justicia de la ciudad. Los agentes han disparado "pelotas de pimienta" contra la gente en respuesta al lanzamiento de "globos de pintura" por parte de los manifestantes, según informa este diario local.
Por otro lado, en Seattle, la Policía ha recurrido a granadas de conmoción para dispersar a manifestantes en el este de la ciudad, según informa el 'Seattle Times'.
De momento no se tiene constancia de otros disturbios en el país, escenario de marchas en su mayoría pacíficas por la memoria de Floyd y contra la brutalidad policial.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, llegó a proponer el despliegue de 10.000 militares en servicio activo dentro su propio país para contener las protestas contra la muerte de George Floyd.
Solo la intervención del fiscal general William Barr, el Secretario de Defensa, Mark Esper, y el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, lograron convencer al mandatario de que se olvidara de la idea tras un "tenso y acalorado debate", según fuentes próximas a lo ocurrido a la cadena CBS.
La intervención del Ejército dentro de las fronteras de EEUU está regulada en parte por la ley de Posse Comitatus, que solo permite esta clase de despliegue en circunstancias absolutamente extraordinarias como una invasión, una epidemia o cualquier otra circunstancia que, según el presidente, incapacite a las fuerzas de seguridad para mantener el control del país. Con todo, es considerada como un acto de absoluto último recurso.
La discusión tuvo lugar el pasado lunes, el día más tenso de las protestas en Washington D.C., cuando la Policía dispersó por la fuerza a los manifestantes minutos antes de que Trump abandonara la Casa Blanca para cruzar la calle y presentar sus respetos ante la muerte de Floyd en la iglesia episcopal de San Juan.
Tanto Esper como Milley lamentaron estos momentos al entender que el presidente había usado a las fuerzas de seguridad con propósitos violentos solo con la intención de efectuar un gesto político y de cara a la galería. "Por supuesto que lamentan haberle acompañado en la caminata", ha añadido otra fuente oficial bajo el anonimato a la cadena CNN.
En un intento por satisfacer las demandas de Trump, Esper y Milley llamaron a los gobernadores de los estados para implorarles el despliegue de la Guardia Nacional para apaciguar al presidente.