En la localidad de Ighran, a unos 70 kilómetros al este Chauen, en Marruecos, todos los vecinos permanecen pendientes de la agónica operación que pretende el rescate de Rayan, el niño de cinco años que el pasado martes se cayó a un pozo de 32 metros de profundidad y apenas 50 centímetros de ancho, recordando aquí, en España, la terrible tragedia de la muerte de Julen en Totalán, Málaga.
Rayan lleva ya tres días sobreviviendo en las profundidades de ese pozo, donde se aferra al tubo desde el que le hacen llegar agua con azúcar después de que las cámaras introducidas mostrasen que sigue vivo. Todavía lo está, y el tiempo apremia porque permanece herido y en una situación muy delicada.
Con excavadoras, los equipos de rescate continúan trabajando en una perforación paralela al pozo desde la que esperan poder acceder al niño, pero el terreno está presentando numerosas complicaciones y los metros finales son los más peligrosos. Ya están muy cerca, pero el mayor temor es que colapse ese terreno en el que excavan, y de hecho los efectivos involucrados en la operación ya se han llevado algún susto.
Concretamente, es a menos de 4 metros donde se excava ya un acceso horizontal paralelo al pozo; un túnel en una zona algo más rocosa. Por eso, la operación de rescate ha entrado en una fase crítica y crucial en la que cualquier error puede ser trágico.
La tensión del momento se refleja en los cientos de vecinos que, arremolinados junto al pozo, permanecen pendientes de cada avance, y solo cuando se reanudan las perforaciones muestran ánimo y esperanza.
Mientras, el pequeño Rayan resiste. Permanece extenuado y herido, con una respiración un poco agitada, pero abre los ojos y se mueve.
Pegada al monitor en el que se registran esas señales de vida del pequeño permanece su madre, que no pierde la esperanza: "Pido a todos los marroquíes que recen por su seguro regreso".
Mientras, los efectivos involucrados en el rescate, entre los que se encuentran ingenieros, topógrafos, miembros de Protección Civil y todo tipo de expertos, solo trabajan con un horizonte: el de llegar cuanto antes al niño.