Matteo Renzi abría la 11 edición de la Leopolda, en Florencia, este fin de semana, el evento que realiza a su medida y que consiste en unas jornadas intensivas de política en las que se lanzan dardos, se dejan ver algunas intenciones y se hacen predicciones sobre lo que la, inesperada siempre, política italiana puede deparar. El encuentro político llega en un momento complicado para el que un día fue primer ministro, las investigaciones persiguen su sombra, la fundación OPEN, la que presumen ha sido la encargada de su ascenso político en los últimos años, está siendo investigada. Renzi en este undécimo encuentro que aún es un animal político para Italia.
Lo acompañaron durante estas jornadas unos y otros. Aquellos que forman parte de su marca, como Maria Elena Boschi, una de las ex ministras del Gobierno Renzi, que se emociona en su intervención aludiendo a la “máquina del fango” que defiende que la ha “masacrado” y que ha favorecido que se lucrasen otro dirigentes políticos. Se pasaba también por el escenario Beppe Sala, reelegido alcalde de Milán en la primer vuelta de las administrativas.
Renzi sabe a quién invitar, el que coloque hablando nunca lo hará por casualidad, de aquí salen acuerdos y pactos políticos. Renzi se encarga, además, de elogiar a Draghi, su gran apuesta, él lo llevó al Gobierno técnico y se siente el artífice de una Italia estable celebrada fuera de Europa.
Se hacen también los nombres de las críticas. A Conte y a los Cinco Estrellas, a los que lanza el dardo de la renta de la ciudadanía. También a su ex partido, el PD, al que lanza un dardo sobre el fracaso de la aprobación de ley contra la homofobia. “Esta ley ha sido una obra maestra para quien ha preferido ganar likes en Instagram y ha anulado la posibilidad de llevar a buen puerto la ley”, dice refiriéndose al promotor de la ley, el diputado socialista Alessandro Zan.
Las previsiones que ha defendido Matteo Renzi hablan de los dos grandes temas de los próximos meses en Italia que pueden, además ir enlazados: un adelanto electoral y la elección del presidente de la República que sustituirá a Mattarella, para el que, por cierto, el florentino no tiene más que buenas palabras. “Un caballero que ha servido a las instituciones en Italia”. “Votaremos como próximo presidente de la república a quien esté en condiciones de garantizar una transición democrática a nivel europeo. El prestigio internacional es la estrella polar a la hora de elegir”, dice.
El otro punto principal, el del adelanto electoral, el líder de Italia Viva lo ve como una estrategia oportunista. Según las encuestas, el partido de Giorgia Meloni, el derechista Hermanos de Italia, sería el más votado, se instauraría como líder de la coalición de derechas y daría la vuelta a las piezas de la política italiana.
Renzi, que ve la política, me confiesan fuentes cercanas, “a la americana”, se hace un evento a su medida, en la que siempre fue su casa, Firenze, donde todo empezó. Allí lo miran, como ese animal político que a veces se come a sí mismo, aquellos que estuvieron al principio, muchos lo acusan por haberse distanciado, dicen fuentes cercanas, algunos quedan y otros llegaron con el devenir político que le esperaba, sinuoso e inesperado, como la propia inercia de la política de este país.