Tras las elecciones administrativas, suspendido el proyecto de ley contra la homofobia y superada la prueba de acoger el G20 ahora Italia mira a la elección del presidente de la República que se deberá celebrar en febrero. El determinado “semestre blanco” se corresponde con los últimos seis meses del mandato del actual Presidente durante los cuales está prohibido disolver las cámaras para facilitar el proceso de renovación. El presidente en el cargo en este momento, Sergio Mattarella, ha dejado caer en numerosas ocasiones que no se vería renovando, por edad y por todo lo que exige el mayor mandato de la política italiana. La complejidad de la situación precisamente entre los partidos no ayuda, se suceden los nombres, las posibles coaliciones y las estimaciones ante un proceso difícil y particular de por sí, con aspectos como el voto secreto o la rebaja de apoyos necesaria a medida que se repiten las votaciones.
Silvio Berlusconi, el que fue primer ministro en cuatro ejecutivos distintos, se autoproclamó candidato hace unas semanas y quiso transmitir que contaba con el apoyo de sus socios de centro derecha: Matteo Salvini y Giorgia Meloni. “A la situación de debilidad de la política se une la propia inestabilidad interna de los partidos. No está garantizado, por ejemplo, que ante la posibilidad de votar a Berlusconi, que sus propias filas, escudadas en el voto secreto, lo apoyaran”, explica Gianluca Passarelli, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de la Sapienza de Roma. De hecho, las dudas se alargan sobre las propias coaliciones y el nombre del actual primer ministro, Mario Draghi, está en el centro de atención, visto por muchos, casi todos, como una pieza de consenso ahora en Palacio Chigi que podría defender el mismo papel en el Palacio del Quirinal.
“Técnicamente Draghi puede ser elegido como presidente de la República, sería la primera vez que se produce un traspaso de primer ministro a presidente en la Historia de Italia. Hubo un momento, hace meses, que era una posibilidad con muchas papeletas, ahora cada vez lo es menos, el fracaso de la aprobación de la ley contra la homofobia ha abierto un nuevo escenario: el de una derecha que puede sumar. Y lo digo así porque desde hace años en Italia la elección del Presidente tiene que ver directamente con el estado de salud de la política, eso también es algo relevante”, explica Luigi Curini, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Milán.
Las declaraciones se van sucediendo a muy buen ritmo y lo seguirán haciendo, cada vez más velozmente, con el paso de las semanas. Se ha conocido en las últimas horas la respuesta que Matteo Salvini da al icono televisivo italiano Bruno Vespa en su, aún por estrenar, próximo libro sobre quién debería ocupar el sitio del presidente de la República. El líder de la Liga responde: “Draghi al Quirinal? Lo apoyaría ahora mismo, pero los escenarios cambian cada día”.
Giorgia Meloni, a su vez, también estaría dispuesta a apoyar a Draghi y pediría, justo después, un adelanto electoral que la beneficiaría con los datos de las encuestas que dan a su partido de derechas como fuerza más votada. Por otro lado, también en el Movimiento Cinco Estrellas, estarían a favor del que un día fue presidente del FMI en la presidencia. Lo dijo el ex primer ministro Conte hace unos días y lo repitió el ministro de Exteriores Luigi di Maio posteriormente, aunque, insisten en que eso no tendría porqué significar unas elecciones inmediatas. “No les conviene, a ellos las elecciones les dan miedo. Podrían por afinidad apoyar a Draghi, pero si se va a votar M5S irá aún peor y muchos diputados perderán su silla, serían muchos menos”, como añade Curini.
Al propio Draghi se le pregunta siempre que hay ocasión si le interesaría o si piensa en la presidencia a la República como su siguiente destino político. Él esquiva la respuesta e incluso ha llegado a expresar que ve la pregunta “ofensiva para Sergio Mattarella”. A su vez, el actual presidente Mattarella ha dejado claro en muchas ocasiones que no está ni en forma ni en edad de renovar su cargo, a pesar de que los expertos lo ven como una de las soluciones de consenso en este momento para Italia. Sin duda la cuestión de la edad es fundamental, lo expresaba otro de los nombres que circulan, el del ex primer ministro socialista Romano Prodi que respondía ayer “ni lo pienso, tengo 83 años”.
“El contexto internacional prefiere, y así lo ha expresado, apostar por Draghi. Eso pondría el reto de buscar a otra persona como premier y dependerá de la eficiencia de los partidos para hacerlo y de la situación de Italia en febrero, si es mala se apresurará a los dirigentes a tomar partido por alguien de forma clara y resolver la encrucijada.”, apunta Gianluca. “Ahora mismo hay dos puntos que pueden ser analizados con seriedad: que Berlusconi sea visto como Presidente para salvar a Draghi en su rol de primer ministro, lo que garantizaría su gestión de los fondos europeos recuperación o una propuesta entre el PD y el M5S, que tienen los números, y que demostraría que trabajan en una candidatura conjunta a nivel político de cara a unas posibles elecciones”, explica Curini.
En cuanto a la posibilidad de una mujer, sería la primera, que llegase a la presidencia de la República explica Passarelli que el problema es doble. Por un lado una parte del Parlamento transversal entre todos los partidos que se mantiene hostil ante la posibilidad de una mujer en el Quirinal, la otra es que dependerá de quién se haga cargo de la candidatura, qué fuerza política asume dar el nombre y quién está detrás de él”. Nombres como el de Marta Cartabia, actual ministra de Justicia y primera mujer en presidir el TC italiano, se apuntan como probables porque serían capaces de aunar la izquierda y la derecha y llegar en las primeras votaciones. “Ella supone una alternativa con un fuerte valor simbólico, no es casualidad que Salvini la ataque desde hace meses, es porque supone una verdadera apuesta”, finaliza Curini.