Un día más seguimos entrando en los búnkeres repartidos por Kiev, que nos enseñan los ucranianos que se quedan escondidos en ellos, "no queremos abandonar nuestro país", nos cuenta Olena, una ucraniana que sigue en la capital ucraniana.
Son personas que nos muestran las lamentables condiciones en las que se encuentran. Vemos pasillos atestados de camas improvisadas dónde pasan el tiempo como pueden, arropados hasta arriba dadas las bajísimas temperaturas que están soportando, sin calefacción, y muchas veces sin luz. Vemos muchos ancianos, imágenes que nos recuerdan a otras épocas, impropias del siglo XXI.
"Seguimos apoyando uno a otro porque no hay otro remedio para no volvernos locos en todo este manicomio que está pasando. No sé cuántas veces al día nosotros oímos sirenas oímos disparos, no sabemos que son bombas rusas, o cohetes, o no sé qué", apostilla Olena. Armamento que está dejando su ciudad arrasada, destruida.
"Mi hermano está en el orden de defensa voluntaria. Otros mis parientes también, los hombres están luchando, algunos en ejército, otros donde pueden". Otra ucraniana, Polina, nos relata que "nos llevan comida, nos llevan mucha ayuda, y nosotros todavía todo lo necesario". "Es mi país, y yo no pertenezco a las personas que abandonan su país". Se quedan para luchar, para defenderlo, del agresor.