Brahim Aouissaoui, tunecino de 21 años, llegó a Niza ayer a primera hora de la mañana en tren, se cambió de ropa en la estación y caminó 400 metros hasta entrar en la Iglesia de Notre Dame. Eran las 8:29. Con determinación acuchilló al sacristán y a dos mujeres. Una de ellas, brasileña logró escapar hasta un bar donde antes de fallecer pidió que dijeran a sus hijos todo lo que les quería. "Ella estaba ahí rezando, entró ese tipo que detesta a los cristianos y acuchilló a esa señora allá dentro", lamentó el presidente Jair Bolsonaro en su conexión semanal por Facebook que calificó el ataque como un acto de “cristofobia”.
Apenas media hora después, 4 policías municipales entraban en la iglesia. El terrorista se enfrentó a ellos al grito de Alá es grande y los agentes le dispararon. Llevaba un corán, dos teléfonos móviles y una identificación de la Cruz Roja Italiana de su entrada como inmigrante irregular hace 5 semanas por la isla de Lampedusa.
Su madre, en la ciudad tunecina de Tina, llora sin comprender la barbarie. Y cuenta que ayer mismo Brahim le llamó y le dijo que estaba en Francia. ¿Porqué en Francia si no conoces allí a nadie?, le dijo, sin tener ni idea de que su hijo se había radicalizado y su objetivo era matar. Hoy la policía ha detenido a un hombre que estuvo la víspera con el autor del atentado que sigue en estado crítico en el hospital. Mientras Niza, ciudad mártir, vuelve a estar en los periódicos entre titulares de sangre. Pero sigue en pie a pesar de otro golpe mortal.
Matteo Salvini ya ha reiniciado su campaña contra la inmigración. En un tuit, ha escrito en letras mayúsculas: "¡Puertos cerrados!". En otro plantea la dimisión de su sucesora en el ministerio del Interior, Luciana Lamorgese, en estos términos: "Si se confirma que quien atentó en Niza desembarcó en Lampedusa en septiembre, su paso por Bari y después la fuga, pedimos la dimisión de la ministra del Interior, Lamorgese". Las manifestaciones de musulmanes se suceden también en distintos países contra Francia y Macron, que aumenta la seguridad en escuelas y lugares de culto mientras lanza un mensaje a todos: Francia y sus valores no van a cambiar.