Haider, biógrafo de Scholz: “¿Qué cambia en Alemania con él respecto a Merkel? Poca cosa”
El autor de la primera biografía de Olaf Scholz que se ha publicado, el periodista Lars Haider, explica a NIUS los principales rasgos de la personalidad política del nuevo canciller alemán.
Olaf Scholz se ha convertido en canciller de Alemania sin hacer ruido. Tan discreto – e inesperado – ha sido su ascenso al poder que, bien poco se sabe sobre la vida del nuevo jefe del Gobierno alemán.
Para que se le pueda conocer mejor, el periodista Lars Haider (Hamburgo, 1969) ha escrito la primera biografía de Scholz. Olaf Scholz: Der Weg Zur Macht o "Olaf Scholz: El camino hacia el poder" (Ed. Klartext, 2021) es el título de su libro sobre el sucesor de Angela Merkel.
MÁS
La tesis de Haider es que Scholz es “una persona tímida que siempre quiso ser canciller” pero en el que prácticamente nadie supo o pudo ver las altas aspiraciones de un socialdemócrata que lo ha sido todo en política. Haider, redactor jefe del periódico Hamburger Abendblatt,
No en vano, Haider, periodista afincado en Hamburgo, la ciudad-estado que gobernó Scholz entre 2011 y 2018, cuenta en su haber centenares de encuentros con Scholz. “Han sido entrevistas, cortas o largas, conversaciones en off, intervenciones en podcasts, dice Haider en el marco de esta entrevista con NIUS.
En virtud de esos numerosos encuentros y su observación de la carrera de Scholz en primera línea, Haider es de los pocos periodistas que pueden decir que conocen de verdad la historia de este político recién instalado en la Cancillería Federal y del que ya se puede decir que está haciendo historia, al menos en el mundo editorial. Ningún político llegó tan lejos sin que, antes, se escribiera un libro sobre él.
“Scholz es el primer canciller sobre el que se publica una primera biografía suya el mismo día en que es elegido jefe de Gobierno”, apunta Haider, aludiendo a su libro. En ese volumen – y esta entrevista –, Haider habla con conocimiento de causa sobre lo mucho que Scholz se parece a Merkel y, también, lo que le diferencia de su predecesora.
P: Su libro acaba de aparecer en las librerías. ¿Hasta qué punto significa esto que Olaf Scholz es un político desconocido para los alemanes?
Dado que Olaf Scholz lleva ya muchos años en política, los alemanes podrían pensar que lo conocen. Pero no lo conocen bien. Porque nunca nadie se ocupó de verdad de lo que Scholz pensaba. Prácticamente nadie sabía que él quería ser canciller, más allá de él mismo. Pienso que la gente en Alemania tiene todavía que conocerlo. Lo bueno de Olaf Scholz es que, con él, no hay apariencias. Es como de verdad parece ser. Es lo que se ve. Por ejemplo, el otro día, en su primera intervención como canciller en el Bundestag, nadie podía esperarse un gran ejercicio de retórica. De hecho, lo que hizo ese día, más o menos, fue leer el contrato de coalición entre el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Los Verdes y liberales del FDP.
Merkel no tenía un plan para Alemania. Con Scholz, la cosa cambia.
P: ¿Es Scholz alguien que no interesaba para nada en Alemania y esto explica que no hubiera libros sobre él?
[Risas]... eso parece. Hasta ahora no había interés ninguno por Olaf Scholz. Es alguien que no ha interesado a nadie. Hay varias cosas que explican por qué no hay libros sobre él. Una de ellas, importante, es que sobre su vida privada no sabemos absolutamente nada. Esto se explica porque, en realidad, tampoco hay mucho que contar. Es un político 24 horas al día. Está casado con una política de éxito, Britta Ernst, ministra de Brandeburgo para la Educación, Deporte y Juventud. Cuando se ven por la noche, no hablan de fútbol, sino de política. Y luego, es que hay cosas sobre él que no se sabían, como que sus padres aún viven. Fueron a verlo en la votación en el Bundestag en la que se le eligió canciller para sorpresa de todos.
P: ¿Qué diría usted qué define al nuevo canciller?
Es una persona tímida que siempre quiso ser canciller y que, en general, se parece mucho a Angela Merkel. Por eso precisamente fue elegido canciller. Mucha gente que votó por él, de hecho, estaba buscando a alguien que fuera, más o menos, parecido a Angela Merkel. Entre Armin Laschet, Annalena Baerbock y Olaf Scholz, el socialdemócrata era el que más se parecía a Angela Merkel. Por eso le digo, en lo que respecta a qué cambia en Alemania con Olaf Scholz respecto a Merkel, cambia poca cosa.
El SPD tiene en el canciller a una persona en lo más alto de la gestión del Estado que el propio partido no quería tener como presidente del SPD.
P: Ya en la campaña electoral de este verano se veía que el estilo de Scholz era similar al de Merkel
Hay que tener en cuenta que Angela Merkel ha socialdemocratizado a la CDU en los últimos años. Y grandes partes de la políticas puestas en marcha por Merkel las podía haber puesto en marcha el SPD. La gran diferencia entre ambos es la siguiente. Merkel fue, al final, una canciller en tiempos de crisis. Su gestión fue de una crisis a otra crisis. Pero entre crisis, con Merkel había calma más que nada. Ella no tenía un plan para Alemania. Aquí, con Scholz, la cosa cambia.
Él tiene objetivos claros para los próximos años. Por ejemplo, subir el salario mínimo a doce euros la hora desde el año próximo o la construcción de 400.000 viviendas al año, siendo de ellas 100.000 viviendas sociales. También tiene objetivos en materia de creación de puntos de carga para los coches eléctricos... en resumen, Merkel estuvo más tiempo reaccionando y la idea de Scholz es actuar en política, no reaccionar.
P: Merkel y Scholz también se parecen en eso de que parecen hechos de “teflón”, según se dice en la prensa. Porque a Merkel no le afectaban los escándalos cuando estaba en el Gobierno – hubo dimisiones por escándalos de plagio en tesis doctorales de ministros – y a Scholz parece que le pasa lo mismo en escándalos como el de Wirecard
Absolutamente de acuerdo. Los dos tienen en su carrera momentos en los que tuvieron dificultades. Pero Wirecard, comparado a lo que pasó en durante el G20 organizado en Hamburgo cuando Scholz era alcalde de la ciudad, es un escándalo pequeño. [En aquel G-20 de 2017 hubo disturbios en los que más de 700 policías acabaron siendo heridos, ndlr.]. Además, Scholz encajó otra derrota en 2019 cuando perdió la votación por la presidencia del SPD.
Los alemanes querían cambio, sí, pero no demasiado.
Merkel pasó momentos parecidos. Ambos, pese a las dificultades, siguieron a lo suyo como si no pasara nada. Esto es una capacidad que ambos comparten. A lo mejor es necesario saber hacer como si nada. Porque la posibilidad de que no pase nada adverso cuando estás en el poder es muy reducida. Otra cosa que comparten ambos es la relación con el partido. Olaf Scholz no es alguien especialmente apreciado en el SPD, aunque el canciller haya llevado al partido a la victoria en las últimas elecciones generales. Merkel, por su parte, con el tiempo, fue distanciándose de la CDU.
P: ¿Cómo ve usted la relación entre el SPD y Scholz?
La relación es extraña. El SPD tiene en el canciller a una persona en lo más alto de la gestión del Estado que el propio partido no quería tener como presidente del SPD. Había gente en el SPD como Norbert Walter-Borjans, Saskia Esken o Kevin Kühnert que han hecho todo para que Olaf Scholz no fuera presidente del partido. Kühnert no sólo no quería que Scholz no fuera presidente del SPD, sino que, además, despareciera del SPD. Entre otras cosas, porque Scholz era alguien que no gustaba entre los jóvenes del SPD.
Lo irónico es que ahora hay mucha gente joven en el Grupo Parlamentario del SPD en el Bundestag que, justamente, han conseguido ser elegidos diputados gracias a Olaf Scholz. Por otro lado, Scholz profesa un profundo amor por la socialdemocracia y a las ideas de la socialdemocracia. Es un apasionado defensor de esas ideas, aunque no reciba un afecto equivalente de su partido. Él siempre dice que no está defraudado por esta situación, porque, con todo, ha hecho mucho en el SPD. Ha sido secretario general del partido, ministro de Trabajo, ministro de Hacienda y vicecanciller.
P: Pero en el SPD, como co-presidenta, sigue ahí Saskia Esken, alguien que dice ser “comunista”. ¿Tiene esto relevancia ahora que el muy socialdemócrata Scholz es canciller?
Va a ser interesante ver cómo el SPD se va a comportar. El partido tiene dos centros de poder. Uno, el Gobierno liderado por Scholz y los ministerios del SPD. Dos, el partido en sí, con gente como Saskia Esken, Lars Klingbeil o Kevin Kühnert. A primera vista no hay puentes entre esos dos polos. Puede que lo sea Klingbeil, alguien que ha estado en la campaña de Scholz. Cuando Gerhard Schröder era canciller, Scholz fue su secretario general del SPD y siempre defendió al jefe de Gobierno. Kühnert, ahora secretario general, ya ha dicho que cuando Scholz sea injustamente criticado, defenderá al canciller. Pero la cosa está en cuándo piensa Kühnert que se critica injustamente a Scholz y cuándo de forma justificada.
P: Llama la atención que, con esta situación, se diga que la socialdemocracia “está de vuelta” en Alemania. El SPD ganó las elecciones con un 25% de los votos, muy lejos de los porcentajes de las victorias de Schröder, por ejemplo. Y luego están estos problemáticos elementos que usted describe...
Es que habría que preguntarse en qué lugar estaría este partido si no fuera por Olaf Scholz. Sin él como candidato a canciller, estaba en un 15% de la intención de voto. Fueron los valores positivos en las encuestas sobre Scholz lo que ha levantado algo al partido. Esto debe ser algo que sienta mal a Esken y a Kühnert. Porque es el hombre contra el que tanto han luchado políticamente al que tienen que agradecer que el SPD haya ganado.
Hasta 1,3 millones de personas que anteriormente votaban a la CDU con Merkel de canciller han pasado a votar a Scholz.
P: Dadas las encuestas sobre Scholz que usted menciona, parecería incluso que los alemanes están políticamente enamorados del canciller. Pero, hace seis meses, era imposible pensar en algo así. ¿Qué ha pasado ?
Scholz ya dijo en 2018 que mucha gente, antes de las elecciones generales, iba a plantearse de verdad que Merkel se iba después de tantos años en el poder. Ese momento llegó, y ¿Quién había para sustituirla? Armin Laschet, alguien al que se vio riendo en un momento desafortunado. Luego, Annalena Baerbock, alguien sin experiencia y demasiado joven. Y, por último, Olaf Scholz, un vicecanciller, ex-ministro de Hacienda, ex-ministro de Trabajo y ex-alcalde de Hamburgo. Al final, la elección de los alemanes ha sido una cuestión razonable. Los alemanes querían cambio, sí, pero no demasiado. Así, hasta 1,3 millones de personas que anteriormente votaban a la CDU con Merkel de canciller han pasado a votar ahora a Scholz.
P: Alemania ha pasado de tener a una física de canciller a tener a un abogado laboralista liderando el Gobierno. ¿Cómo cambia esto el liderazgo político en Alemania?
Scholz es abogado, sí, pero también alguien muy analítico, alguien acostumbrado a negociar. Y de hecho, él es de los que sabe que una negociación va bien cuando, primero, estás bien preparado – y esto es algo que le diferencia de otros políticos porque él se prepara mucho, su idea es que él tiene que saber sobre lo que se aborda en los ministerios, al menos, tanto o más que sus ministros. Segundo, Scholz sabe que las negociaciones que van bien son aquellas en las que todas las partes se ven a sí mismas como ganadoras. Esta sensación ya la consiguió en las partes implicadas durante las negociaciones del contrato de coalición. Por otro lado, Scholz es de esas personas que no se cansa. Es de los que puede pasar negociando toda una noche, dormir tres horas, y luego seguir haciendo política. Todo esto son cosas que él ya ha hecho en sus años como abogado.
P: ¿Cómo cree que va a afectar a Scholz ser el primer canciller salido de una inédita coalición de tres partidos?
Es una situación novedosa, sí. Para el Gobierno, es curioso porque desde el Ejecutivo se está prometiendo continuidad y cambio a la vez. Por un lado continuidad con Merkel y, segundo, cambio con dos partidos que llevan ya mucho tiempo sin gobernar y que son jóvenes, Los Verdes y el FDP. Scholz es el más experimentado de todos los ministros de su Gobierno. El ministro de Hacienda, Christian Lindner, y la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, no tienen nada de experiencia a la hora de gobernar. Pero esa mezcla de experiencia e inexperiencia es lo que aporta aire fresco a la coalición, aunque también puede ser un riesgo.
Como Helmut Schmidt, Scholz cree que Alemania sólo podrá tener éxito logrando una mayor integración europea.
En cualquier caso, yo lo que percibo es que, por primera vez en años, tenemos un Gobierno que hace como que quiere gobernar, con cierto impulso. No se sabe si lograrán todo lo que se plantean, pero al menos hay esa dinámica. A partir de la tercera legislatura de Merkel, ese ímpetu ha faltado. Y bueno, Scholz conoce lo que es estar una 'gran coalición' con los conservadores, que no olvidemos, también son dos partidos, la CDU y su hermanada Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera. La CSU, muy especialmente, era un duro socio de coalición, porque siempre quería tomar medidas distintas al SPD en la última 'gran coalición' de Merkel.
P: En lo que respecta a la política internacional, ¿Hay con Scholz una nueva posición de Alemania en temas como la relación con Rusia y China?
Yo creo que aquí el estilo va a ser el mismo que bajo Angela Merkel. Digo esto en el sentido de que Scholz, como Merkel, no va a dejar que el diálogo desparezca. En lo que dice, Scholz es muy cuidadoso. En una reciente conferencia de presa, a Scholz ya le preguntaron si Alemania iba a boicotear los Juegos Olímpicos de Invierno en China. Respondió diciendo cosas que no tenían que ver con la pregunta, hablando con cautela y demás. Lo que está claro es que la política exterior la va a llevar la Cancillería Federal. Baerbock es la ministra de Asuntos Exteriores. Es una señal importante, que haya una mujer joven al frente de ese cargo. Pero los grandes temas de la política exterior los va a decidir Scholz, alguien quien, por otro lado, siempre se ha interesado mucho por la política exterior.
P: ¿Y en Europa?¿Va Scholz a aportar algo nuevo desde Alemania?
Scholz va a defender los intereses, ante todo, de Alemania. Pero, en su cabeza, ya no hay estados-nación en Europa que puedan jugar por sí solos un papel importante en el mundo. Como Helmut Schmidt, Scholz cree que Alemania sólo podrá tener éxito logrando una mayor integración europea. Porque Alemania, aún siendo el país con mayor peso demográfico de Europa, con 80 millones de personas, no es lo suficientemente grande para jugar por sí mismo un papel importante en el mundo. Scholz cree que la integración europea ha de realizarse sobre la base de un trato igualitario y al mismo nivel, entre todos los Estados. Nadie puede acabar con esa sensación de que Alemania mira por encima del hombro.
P: Sobre la política de seguridad, que siempre es un tema muy sensible en Alemania: ¿Qué le parece que Scholz tenga a Christine Lambrecht de ministra de Defensa? Se dice que es una ministra débil, entre otras cosas porque ella misma afirmó en la pasada legislatura que quería alejarse de la primera línea...
Sí, dijo que se quería ir, pero luego cambio de opinión. Yo creo que Olaf Scholz va a controlar los temas clave de la Defensa. Cuando él vea que los ministros trabajan como él quiere, entonces los dejará en paz. Cuando no sea así, Scholz intervendrá. En cualquier caso, sobre el gasto de Defensa, hay que tener en cuenta que, sobre el gasto, todo está, al final, en manos de Christian Lindner, el ministro de Hacienda.