El médico de cabecera le dijo a Rada Hristova que su hija Katherina, de entonces solo tres meses, era un bebé sensible y por eso no paraba de llorar. Pero, lo que le ocurría a la niña era algo más, su madre lo sabía y su tía dio con el diagnóstico correcto.
Rada Hristova, de Kent, se sentía “la peor mamá del mundo porque no podía calmar a mi bebé y nadie podía decirme por qué”. Tres meses después de que el médico de cabecera le dijera que la niña estaba bien, la cuñada de Rada, Dessie, vio a Katherina llorando y temblando.
En ese momento, observó un punto blanco en el ojo de la niña, algo que había escuchado que podía ser un signo de algo más serio. Inmediatamente, recurrieron a lo que más tenían al alcance: Google. Los resultados fueron aterradores: retinoblastoma.
“Aunque ninguno de los dos podía volver a ver el punto blanco, me di cuenta de que el ojo de Katerina se veía opaco en comparación con el otro, que era brillante”, cuenta Rada en una publicación de la organización benéfica ‘Childhood Eye Cancer Trust’ (CHECT) con motivo de la semana del retinoblastoma que tiene lugar del 9 al 14 de mayo para dar a conocer los síntomas más comunes de este tipo de cáncer, lo que puede salvar la vista y la vida del niño.
Tras esta sospecha, los padres de Katherina la llevaron a Urgencias, donde les remitieron a la Clínica Oftalmológica del Hospital Maidstone. Allí, les confirmaron sus temores: tenía un gran tumor en el ojo, un retinoblastoma, un tipo de cáncer que suele afectar a bebés y niños.
Les derivaron al centro especializado en retinoblastoma del Royal London Hospital, donde le extirparon el ojo izquierdo para evitar que el cáncer se propagase. Entonces, el dolor de Katherina cesó. “Era como si algo hubiera cambiado a mi pequeña. De repente dejó de llorar, empezó a sonreír y dormía como una niña normal. Podías ver que finalmente estaba feliz”, relata su madre.
La niña, que ahora tiene casi dos años, ha desarrollado otros tumores en el otro ojo que se han podido tratar con crioterapia. No obstante, su madre está muy agradecida a su cuñada por haberle detectado el retinoblastoma en el ojo izquierdo a su hija. “Si el cáncer se hubiera dejado por más tiempo, podría haber sido una historia diferente”, expresa.