A Stacey las extrañas manchas blancas en los ojos de su hijo Zak no le gustaban nada. Acababan de pasar un día de fiesta en la atracción Expreso Polar y revisando las fotografías del día se fijó en ellas.
Con el miedo en el cuerpo, Stacey y su marido John, de 35 años, y asistente de finanzas, llevaron a su hijo Zak a varios hospitales hasta que en el Queen Elizabeth de Birmingham se le diagnosticó definitivamente el retinoblastoma que padecía.
Según cuenta Chronicle Live, gracias a las dotes de observación de su madre y su rápida actuación Zak está ahora siendo sometido a un tratamiento ocular con láser y recibiendo quimioterapia para reducir el tamaño del tumor. Cada cuatro semanas, el pequeño de la familia Sutherland debe regresar al hospital de Birmingham, en el Reino Unido, para continuar su tratamiento.
Tras las primeras semanas de tratamiento y ya recuperado, Zak ha participado en una campaña destinada a recaudar fondos para la ayudar a niños en una situación como la suya. Los médicos, por su parte han elogiado la actitud y los reflejos de su madre que ha logrado salvar no solo los ojos de su hijo sino también su vida.