Al menos 44 personas han muerto en una estampida durante una importante celebración religiosa en Israel. Hay, además, decenas de heridos en estado crítico. Han sido momentos de verdadero terror.
Los cuerpos se acumulan por decenas mientras los equipos de emergencias se hacen hueco como pueden entre la multitud para evacuar al centenar de heridos.
En camilla, los sanitarios a toda prisa y en helicóptero trasladan a los más críticos a los hospitales.
Los momentos antes de la tragedia la imagen era totalmente diferente. Hasta 100.000 judíos ultraortodoxos participaban en la festividad del fuego.
Entre rezos, bailes y hogueras se congregaban anoche en este festival religioso que se celebra anualmente en Israel y que el pasado año se suspendió por la pandemia.
Era el primer evento masivo autorizado en el país. El número de asistentes era diez veces superior al permitido.
Todo era fiesta hasta que una estampida, por causas que de momento se desconocen, desataba la tragedia en el Monte Merón.
Los gritos y el terror se apoderaban de los miles de fieles, entre los que había menores. “No había sitio para moverse, y la gente empezó a caer al suelo”, cuenta un superviviente.
Ha sido “un terrible desastre”, ha dicho el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
La policía ha abierto una investigación para averiguar las causas por las que se originó esta avalancha mortal.