La carrera de las vacunas contra el coronavirus continúa acelerando al tiempo en que crece la esperanza por frenar una pandemia que deja ya más de 61,3 millones de casos y más de 1,4 millones en todo el mundo. Hallar una que sea eficaz y segura es el objetivo en el que siguen aunando esfuerzos expertos de toda la comunidad científica, y poco a poco, parece que empieza a vislumbrarse "luz al final del túnel", como esta misma semana ha afirmado el director de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom.
"Estamos en al principio del fin de la pandemia", manifestaba este jueves el presidente Pedro Sánchez. Pero, ¿está el sistema realmente preparado para enfrentarse a lo que será una vacunación masiva a escala global? Hacerlo requiere la puesta en marcha de una compleja maquinaria con procedimientos y reglas similares para todos, pues cualquier incoherencia -como un funcionario de aduanas que no dé su visto bueno- podría dejar a millones sin vacuna, como ha expuesto hoy el director general de la Federación Internacional de Farmacéuticas, Thomas Cueni.
"Lo que nos preocupa es si los países están listos para lanzar la vacunación", sostiene.
Los ensayos clínicos de tres candidatas a vacunas han mostrado que tienen una alta eficacia y son seguras, según las compañías que las han desarrollado, y los datos de estos estudios están siendo revisados por los principales organismos reguladores del mundo para que aprueben su uso de emergencia. Son Pfizer, Moderna y Astrazeneca-Oxford. Esta última, no obstante, ayer comunicaba que precisaría de un "ensayo adicional" para revalidar sus datos de eficacia tras lo que ha rechazado definir como un error en la distribución de las dosis.
Según ha manifetado Cueni durante una conferencia de prensa desde la sede de la Federación en Ginebra, la aprobación de las vacunas "podría ir rápido", pero no está convencido de que se haya avanzado lo suficiente en los detalles prácticos de una distribución global de una o más vacunas en las próximas semanas o meses.
"¿Estamos listos en términos de empaquetado y prospectos, en cómo manejamos los (distintos) requisitos nacionales y qué pasa con las fechas de vencimiento?", se ha preguntado el representante de las farmacéuticas, quien ha añadido: "Lo que quiero decir es que si queremos distintos empaquetados y folletos para 195 países, francamente puede formarse un cuello de botella que ni siquiera hemos discutido", agregó.
Asumiendo en el mejor de los casos que a principios de diciembre las farmacéuticas reciban el visto bueno para una o más vacunas bajo estudio, Cueni apunta que las cifras que se manejan dentro de la industria indican que podrían producirse hasta 40 millones de dosis antes de que termine el año.
En vista de que las tres vacunas más prometedoras requieren dos dosis, la estimación es que se requeriría entre 12.000 millones y 15.000 millones de vacunas para inmunizar a la población mundial.
La vacuna que más se produce actualmente está muy lejos de esas cifras y es la que inmuniza contra la poliomielitis: 450 millones de dosis anuales.
Según Cueni, la capacidad de producción de vacunas a nivel mundial es de 3.000 millones a 5.000 millones, y la opción de nuevos sitios de producción no es realista, puesto que una planta de vacunas requiere entre tres y cinco años de trabajos.
Pese a ello, y para arrojar algo de optimismo por otra parte, el director de la Federación de farmacéuticas cree que aumentar -hasta doblar o triplicar- la capacidad actual está dentro de lo posible gracias a que se aumentó con anticipación la producción de viales, jeringas y otros materiales requeridos en una campaña de vacunación.
En esta línea, precisa que una compañía como Pfizer sería capaz de producir hasta 1.300 millones de dosis en un plazo de doce a catorce meses y que "compañías comparables podrían asumir volúmenes similares".
Ante la inminencia de que las vacunas empiecen a ser producidas, los países deben incorporar a su preparación la sensibilización de la población, en vista de la desconfianza que existe ante vacunas desarrolladas en diez meses, frente a los 4 años que fue el récord anterior y que corresponde a la vacuna contra el ébola.
Ante todo, recalca Cueni, los organismos responsables de las autorizaciones no deben actuar con apresuramiento. Pese a la presión que demanda la situación provocada por la pandemia, recalca que además de seguridad y eficacia y en general, esas entidades competentes deberán valorar la efectividad de las candidatas en subgrupos de población, sea por edad, etnicidad y género, así como en personas con enfermedades preexistentes.
Tampoco se sabe la duración que tendrá la inmunidad y si ésta sería útil no solo para proteger al individuo vacunado, sino también para evitar que transmita el virus a otros.
En este escenario, Cueni considera que la mejor noticia sería que en los próximos meses otras vacunas también sean aprobadas porque esto podría ampliar los grupos de población a los que se podría beneficiar.