Picaresca en época de coronavirus. Un hombre de New Haven, en Connecticut, Estados Unidos, consiguió entrar de manera ilegal en un restaurante que estaba cerrado por la cuarentena por COVID-19.
Allí se quedó durante cuatro días y cuatro noches bebiendo y comiendo a costa de las reservas del establecimiento. Fue cuando el gerente del restaurante llegó cuando lo encontró durmiendo plácidamente.
El hombre llamó a la Policía local que se personó en el lugar y al revisar las cámaras de seguridad comprobó cómo se habían producido los hechos: el intruso se coló por una ventana del restaurante y allí se quedó a vivir.
Las cámaras también revelaron que el hombre se pasaba los días "comiendo y bebiendo cerveza y alcohol". De hecho, desde el establecimiento estiman que la cuenta del intruso alcanzaría varios miles de euros porque consumió cerca de 70 botellas de licor.