Mientras el mundo todavía lucha por derrotar y superar la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, con más de 107 millones de contagios confirmados y más de 2,3 millones de muertes por covid-19, según datos de la Organización Mundial de la Salud, las voces de expertos y científicos que invitan a hacer una reflexión y tomar al coronavirus como una dramática alerta para cambiar nuestros hábitos de vida y nuestra forma de relacionarnos con el entorno se multiplican. Hacerlo, señalan, puede ser vital para preservar nuestra existencia.
El temor a las enfermedades zoonóticas, es decir aquellas que pueden transmitirse entre animales y seres humanos, –como el propio SARS-CoV-2, según las últimas conclusiones de la OMS–, se ha acrecentado todavía más y, de hecho, este organismo internacional presidido por Tedros Adhanom Ghebreyesus ya ha acuñado un término para definirlo: la Enermedad X, es decir, la amenaza de que virus desconocidos puedan transmitirse de este modo causando epidemias generalizadas y millones de muertes en el mundo.
Según la EcoHealth Alliance, organización no gubernamental que protege a las personas, los animales y el medioambiente de las enfermedades infecciosas emergentes, habría "al menos 1,6 millones de virus desconocidos" en nuestro planeta y "unos 827.000 de ellos tendrían el potencial para transmitirse entre animales y personas", y aunque según otro estudio publicado en Nature Communications el sudeste de Asia, el sur y el centro de África, las áreas alrededor del Amazonas y el este de Australia serían las zonas a priori calificadas como de mayor riesgo para la proliferación de estas nuevas enfermedades, nadie estaría exento de su amenaza en un mundo eminentemente globalizado como el nuestro. De hecho, si algo ha demostrado el coronavirus es su capacidad para llegar a múltiples rincones de nuestro planeta favoreciéndose de las interconexiones entre los distintos países y las distintas personas de cada región; de los viajes internacionales (además de nacionales) que realizamos de un punto a otro.
En este sentido, desde el propio Foro Económico Mundial redoblaban la alerta y, con una afirmación que sin duda no ayuda a elevar la moral en un momento en que la fatiga pandémica provocada por el coronavirus, –junto a las dramáticas cifras y las miles de personas que han perdido la vida–, nos mantiene en una situación muy dura de sobrellevar, apuntan: “La covid-19 no es la última crisis sanitaria. Es probable que la humanidad vea una pandemia o una emergencia sanitaria al menos una vez cada cinco años”, apuntaban ya en septiembre en uno de sus informes.
En él, para más inri, añadían que “es posible que no podamos evitar ese riesgo por completo”, aunque mantienen una puerta abierta a “mitigar las consecuencias” si adoptamos las medidas necesarias para ello.
En este punto, cabe la reflexión: el futuro que plantean, con la llamada ‘Enfermedad X’ amenazando con desencadenarse en forma de tormenta epidemiológica, puede ser entendido por muchos como catastrofista, pero creyéndolo exagerado o no, lo que los expertos sugieren es que en ese tránsito tenemos el deber de trabajar desde el presente en un mundo mejor, más solidario y justo, respetuoso con nuestro entorno y con nosotros mismos.
Entrevistado por el medio The Sun, el doctor Josef Settele, del Centro de Investigaciones Medioambientales Helmholtz, deja claro que solo hay una especie a la que culpar de enfermedades como la covid-19: los humanos. Por eso, pide acciones para prevenir nuevas situaciones de emergencia.
“Del mismo modo que con las crisis climáticas y de biodiversidad, las pandemias recientes son una consecuencia directa de la actividad humana, y en particular nuestros sistemas financieros y económicos globales, basados en un paradigma limitado que valora el crecimiento económico a cualquier coste”; por encima de todo.
Argumentando sus afirmaciones, Settele señala algunos de los factores que están contribuyendo a crear esa “tormenta perfecta” que considera que está siendo germen para el desarrollo de nuevas enfermedades: “La deforestación desenfrenada, la expansión descontrolada de la agricultura intensiva, la minería y el desarrollo de la infraestructura, así como la explotación de especies silvestres”, dice, están contribuyendo a ello.
También The Lancet, en una de sus editoriales, apuntaba en este sentido ya en el pasado julio de 2020: “Esta pandemia es una cruda advertencia contra la explotación sin pausa de nuestro entorno natural; una advertencia de que las zoonosis afectan no solo a la salud, sino a todo el tejido de la sociedad”, escribían, añadiendo que como parte de la lección tenemos que darnos cuenta de que, al igual que el cambio climático está impulsando un sentido de urgencia para ofrecer una respuesta social, en el caso de la zoonosis se precisa lo mismo.
El término, incluso en estos momentos, puede no resultar familiar, pero enfermedades como el ébola, la salmonelosis, la rabia, la gripe aviar, la toxoplasmosis, el SARS, el MERS… son zoonosis. En total, la Organización Mundial de la Salud estima que hay más de 200 tipos conocidos, y alertan de que constituyen “un gran porcentaje de las enfermedades nuevas y existentes en los humanos”
“Las directrices seguras y adecuadas para el cuidado de los animales en el sector agrícola; las normas relativas al agua potable limpia y a la eliminación de desechos, así como a la protección de las aguas superficiales en el medio natural”, junto con “las campañas educativas para promover el lavado de manos después del contacto con animales y otros cambios comportamentales”, indica la OMS, son muy importantes para reducir la propagación de las enfermedades zoonóticas en la comunidad.
Imágenes como las del mercado de Wuhan, –reveladas a todo el mundo después de que la ciudad centrase la atención mediática al situarse como epicentro del coronavirus–, con todo un negocio de venta de animales silvestres para su consumo, sin duda no ayudan y no caminan hacia la dirección que los expertos proponen para luchar contra este tipo de amenazas.
La enfermedad X, introducida por la OMS en la búsqueda de sensibilizar a los distintos países sobre la necesidad de estar preparados ante una posible emergencia causada por un patógeno todavía desconocido, como sucede con la pandemia del coronavirus, requiere de la acción y el ejercicio de responsabilidad individual de todos.
"Una epidemia devastadora puede comenzar en cualquier país y en cualquier momento, y matar a millones de personas, porque no estamos preparados, porque aún somos vulnerables", continúa alertando Tedros Adhanom. Proteger nuestro medioambiente es vital para protegernos a todos.