Cuando Jessica Pitre, una joven estadounidense de 24 años, supo que estaba embarazada no sabía que estaba recibiendo una de las peores noticias de su vida.
La alegría inicial por la llegada de un nuevo miembro a la familia de los Pitre pronto se vio truncada. Jessica sufría trastorno bipolar, estrés postraumático, ansiedad social y esquizofrenia, por los que tomaba una fuerte medicación. Para no dañar a su bebé tuvo que dejarla y fue en ese momento cuando comenzó su calvario, informa La Opinión.
"Le daban arrebatos violentos. Escuchaba voces las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Se quedaba parada, caminaba por el patio y ponía auriculares y simplemente escuchaba música para ahogar las voces en su cabeza", recuerda el padre de Jessica, Howard Pitre.
Los episodios de ansiedad fueron a más. La joven comenzó a cortarse y se volvió paranoica. "Estaba hablando de cómo los federales irían a buscarla. Me van a quitar a mi bebé", apunta su abuela, Susan Pitre.
Desesperados, la familia suplicó a los médicos que la enviaran a un hospital para ser tratada debidamente, pero estos argumentaron que no había ninguno para tratar a una futura madre con problemas mentales.
La tragedia asoló a la familia Pitre. Tristemente, el pasado 22 de octubre, Trey, el hermano autista de Jessica, la encontró ahorcada en el baño.
Ahora la familia mantiene una lucha para que este suceso no vuelva a repetirse y que las mujeres embarazadas con problemas psiquiátricos puedan recibir la atención sanitaria necesaria. "Es complicado encontrar un lugar para alguien que está embarazada en un centro psiquiátrico", explicó el médico forense de St. Tammany, Dr. Chuck Preston. Aunque, según informa, hay muchos médicos, hospitales, salas de emergencias y familias que no conocen esta información importante: solo en Luisiana (Estados Unidos) hay seis centros de internación mental que aceptan mujeres embarazadas.