Enfundado con un equipo de protección individual (EPI) de adulto que casi no le deja ver ni caminar, impacta la imagen de un niño que sigue desconcertado las instrucciones de los guardias que lo van a poner en cuarentena. Es uno más de los 26 millones de habitantes que Shanghái, epicentro del coronavirus en China, ha confinado.
Su destino es un centro de salud público donde otros niños, también contagiados de covid, guardan aislamiento alejados de sus padres, que han dado negativo.
La separación ha sido una cruel realidad durante días, hasta que las redes sociales han explotado ante las imágenes que han sido publicadas. A pesar de la censura, tanto malestar ha conseguido que el Gobierno de Shanghái retire dicha medida.
Sin embargo, el confinamiento extremo y los test obligatorios, como anuncian distintos robot-guardián, continúan en pleno pico de contagios. También las detenciones de aquellos ciudadanos que no cumplen o protestan, controlados por este dron que constantemente recuerda a los vecinos que está prohibido abrir las ventanas para cantar o mostrar su malestar.
La Alcaldía ha resaltado que la medida estará en vigor hasta que se analicen todas las pruebas y se tenga una imagen de la situación epidemiológica, al tiempo que ha defendido que estas pruebas a gran escala buscan contener la propagación del virus, según ha recogido el diario chino Shanghai Daily.
Asimismo, ha manifestado que el objetivo es garantizar la seguridad y la salud de la población y alcanzar el objetivo de cero casos de covid en el país asiático. La ciudad puso en marcha el confinamiento el 28 de marzo ante un aumento de los contagios.
El Ministerio de Sanidad chino ha destacado que durante las últimas 24 horas se detectaron más de 16.000 casos de coronavirus, la cifra más alta de la actual oleada y el peor dato en los últimos dos años, tal y como ha informado la agencia de noticias Xinhua. Del total, más de 13.000 corresponden a Shanghái, mientras que la provincia de Jilin ha notificado cerca de 1.700 contagios.