Dominic Cummings, el asesor político más decisivo de Europa

  • Así es la personalidad del hombre que dominó el referéndum del Brexit y que ha sido clave en la victoria histórica de Boris Johnson

Dominic Cummings (Durham, Reino Unido, 1971) se graduó en Historia en Oxford en 1994 y escogió un primer destino extraño y difícil. Fue a buscarse la vida a Rusia, intentó poner en marcha una aerolínea. Tras las amenazas de la KGB sólo tuvo un pasajero, que además se quedó en tierra. Tuvo que marcharse, pero aprendió a soportar la presión. A trabajar con todo en contra. Le quedó claro que a su lado necesita lealtad y con el enemigo no se pueden hacer prisioneros. Así ha librado todas sus batallas desde entonces. Y hasta la fecha es implacable.

Su aspecto desaliñado, vestido siempre como un tipo mediocre de las afueras, esconde un ego rotundo, una capacidad de trabajo descomunal y una mente refinada. Lo que sí revela esa forma de vestir es un profundo desprecio por las elites.

El día que entró en el número 10 de Downing Street como hombre fuerte de Boris Johnson parecía totalmente fuera de lugar, en una esquina con camiseta y pantalones viejos, lejos de los tipos con corbata. Pero muchos creen que ese lugar, centro del poder, es en realidad suyo.

El hombre a quien susurra el pueblo

El asesor de Boris Johnson se precia de saber escuchar como nadie la verdadera voz del pueblo. Lo recordó con su estilo desabrido para celebrar la victoria aplastante de los conservadores. Nada más llegar al número 10, mandó el recado a los "cultivados" remainers: "La habéis cagado otra vez por no saber leer el estado de ánimo del país".

"Los diputados y los periodistas —Cummings desprecia a ambos— tienen que darse cuenta de que las conversaciones que ellos tienen en Londres están a un millón de millas de la realidad".

Fue el director de campaña del Brexit en el referéndum, suyo fue el lema "Recuperar el control" y también inventó el mensaje clave de que cada semana Reino Unido enviaba 350 millones de libras a Europa que podían invertirse en la saturada sanidad pública. Aquello caló. Pero esas palabras que él le susurraba al pueblo, ¿acaso eran verdad? Para cuando la gente quiso saberlo, ya había votado.

Puede ser brutal, su personalidad es excéntrica y difícil, una vez decide su camino "no se deja frenar por la maleza"

Para él los mensajes son las armas de la campaña. Si un adversario demuestra su falsedad, ¿qué hacer? "No sueltes tus armas", dice Cummings: "Las campañas se ganan a través de la disciplina y la coherencia en el mensaje".

La película Brexit: The Incivil War muestra a Cummings, en la piel del actor Benedict Cumberbach, escuchando el sotofondo del rumor del pueblo, tomando cervezas y jugando al billar en localidades de provincias, entendiendo de verdad lo que siente la gente. Es una dramatización, pero después del referéndum de 2016 y de la victoria histórica de 2019, ya van dos veces que acierta. O tres. En 2004, ganó su primera batalla a la Unión Europea. Fue el director de campaña del referéndum que mantuvo a Reino Unido fuera del euro. Ganó con un 78% de los votos.

Un "psicópata profesional"

Después de la victoria en el referéndum de 2004 se ganó la fama de ser el tipo más capaz del país para dirigir lo que se llama la habitación de la guerra ('war room'), el cuartel general de una campaña. Se sabía de memoria el documental con ese título que narra la carrera presidencial de Bill Clinton. Pero el protagonista para Cummings no era el presidente de Estados Unidos, sino el asesor James Carville.

Sus críticos denuncian que es hosco y puede llegar a ser brutal, de personalidad es excéntrica y difícil, una vez decide su camino "no se deja frenar por la maleza", como suele decir. Las demás personas son obstáculos: se superan. Pese a este retrato que muchos han dibujado, Cummings también suscita grandes lealtades entre los suyos, que le consideran decidido y brillante.

Señores, estamos rodeados. La buena noticia es que podemos disparar en cualquier dirección y tendremos un blanco seguro". (Cummings)

En 2010 entró como asesor en el Gobierno de David Cameron y a los cuatro años le hicieron marcharse tras haberse enfrentado a todos: a la comunidad educativa para reformarla de arriba a abajo, a la coalición que sostenía el Ejecutivo y a Downing Street. Cameron llegó a calificarlo como "psicópata profesional".

En un giro típico de su personalidad, Cummings se retiró a una granja que había construido con su padre en Durham a leer historia y "a entender el mundo".

Tiene como gran referencia histórica a Bismarck, el canciller de hierro, el impulsor del cambio de era que supuso para Europa la unificación alemana. Le gusta citarle: "Con un caballero hay que ser caballero y medio; con un pirata, pirata y medio". O también: "Nunca se miente tanto como después de la caza, durante la guerra y antes de unas elecciones". Esas frases parecen haberle dictado una forma de actuar.

Obseso del pensamiento militar

Cummings es un perro de presa y no permite que sus ayudantes dejen de serlo. Uno de ellos en la campaña del Brexit, Rob Oxley, intentó presumir después de un debate televisivo de haber "fregado el suelo" del plató con su rival, a la que hizo perder los nervios. Pero Cummings le reprendió por haberla dejado calmarse sin rematarla. "Siempre hay que doblar la apuesta", ése se convirtió en el lema interno del equipo de campaña.

Cummings ha adaptado la teoría militar de que es necesario interferir en lo que llaman 'bucle OODA' del adversario. El concepto lo acuñó el coronel estadoundense John Boyd, veterano de la Guerra de Corea: "para ganar hay que operar a un ritmo más rápido que el enemigo y meterse dentro de su bucle mental de Observación-Orientación-Decisión-Acción (OODA)".

El pensamiento militar enseña la importancia de la lealtad. Cuando sus propios jefes intentaron despedirle de la campaña del Brexit supo lo que debía hacer. Anticiparse. Garantizar la lealtad de sus ayudantes. Cuando le dijeron que estaba despedido, desarmó al comité con una sola pregunta:

— ¿Habéis pensado en qué pasará cuando anunciéis esto en la oficina?

— ¿Qué quieres decir?

— Mi gente no va a aceptar esto, se irán. Y si se van, no tenéis campaña.

Ese día se convirtió en intocable. Cuando volvió a cuartel general citó a otro favorito, la película Zulú: "Señores, estamos rodeados. La buena noticia es que podemos disparar en cualquier dirección y tendremos un blanco seguro".

Las ideas del campo militar tienen mucho que ver en su aproximación a las redes sociales y el análisis de datos, tan polémica por el escándalo Cambridge Analytica. Cummings llevó toda la operación en secreto, se lo ocultó incluso a su campaña. Cruzando búsquedas de Google, pudo saber el código postal de sus votantes potenciales. Decidió reservarse siete millones de libras para lanzar una guerra relámpago de mensajes en las horas previas al referéndum para movilizar el voto.

El general que se ocultó en la sombra

Cuenta la edición europea de Politico que esta vez la jugada maestra del 'general' ha sido dar un paso atrás. Demasiado famoso, demasiado polémico, dejó el día a día de la campaña electoral en manos de Isaac Levido, un joven estratega electoral australiano.

Cummings se centró en las tareas de gobierno propias de un jefe de gabinete. La purga sin piedad de 'tories' contrarios al Brexit de Johnson y el choque frontal con el Parlamento llevan su marca. Desde Downing Street se tomaron las dos decisiones que hoy se consideran claves de la victoria: afianzar la autoridad de Boris Johnson en un partido dividido y conseguir un nuevo pacto de divorcio con Bruselas. Ese acuerdo deslegitimó ante muchos votantes los intentos de frenar el Brexit o de convocar un segundo referéndum.

El futuro pasa por Silicon Valley... Y por Cummings

Hay dudas sobre si Cummings seguirá al lado de Johnson. Se rumorea que tiene que someterse a una operación que canceló cuando el primer ministro le reclutó. Según esas versiones, sólo se planteó ejercer de asesor durante unos meses para asegurarse de que se consuma la ruptura con Europa.

Pero Cummings tiene otra ambición tan grande como el Brexit y que también tiene que ver con su rechazo a las elites urbanas: cambiar radicalmente la forma de gobernar Reino Unido.

Otra de las inspiraciones de Cummings es Silicon Valley, tanto la tecnología que se idea en California como la doctrina de liderazgo de sus principales empresas. Historiador de formación, se ha esforzado para aprender por su cuenta matemáticas. Su sueño es tener todos los datos relevantes de la administración del Estado disponibles en tiempo real para tomar decisiones políticas.

Como un tecnócrata moderno, considera un lastre contar con quienes no alcanzan tanto nivel de comprensión. Para él, los altos funcionarios del establishment británico son una clase cerrada e inútil que sólo intenta preservar sus privilegios. Los diputados, son aún peores.

Sus ideas tecnológicas, que suele compartir en un blog, pueden llegar a sonar extravagantes (cree que hay que aliarse con Elon Musk para crear una base en la Luna), pero uno de sus empeños es conseguir un gobierno que funcione a mayor velocidad, que arrolle obstáculos para modernizar el país y convertir el Reino Unido en una isla del conocimiento. Habrá que ver si también en esto tiene éxito.