Más de 150 empleados han sido despedidos o han dejado su puesto en el Hospital Metodista de Houston, en Texas (Estados Unidos). Los trabajadores, que tenían hasta el 7 de junio para presentar el certificado de vacunación, se negaron a recibir las vacunas contra el coronavirus.
"Los empleados que no cumplieron con el plazo que se les había dado (para vacunarse) han sido despedidos a partir de hoy" apunta Gale Smith, portavoz del hospital en un comunicado. Por otra parte, los trabajadores que sí cumplieron con la orden volvieron a su puesto de trabajo inmediatamente.
El pasado mes de abril, este hospital instó a sus empleados a recibir la vacuna y avisó de que aquellos que no tuvieran el certificado antes del 7 de junio serían suspendidos durante dos semanas. Jennifer Bridges y otro centenar de enfermeros demandaron al centro manifestando que las exigencias de ponerse la vacuna eran ilegales ya que sólo habían recibido la autorización de uso de emergencia por parte de las autoridades sanitarias estadounidenses.
Sin embargo, el pasado 12 de junio, la jueza Lynn Hughes falló en contra de estos trabajadores de la salud, puntualizando que "recibir una vacuna contra el covid-19 no es un acto ilegal y no conlleva sanciones penales". La magistrada también rechazaba el argumento de que las vacunas no son seguras y añadía que, con esta decisión, el hospital "trata de cumplir su labor de salvar vidas".
En abril este hospital ya había vivido un caso similar, cuando decidió prescindir de dos gerentes que se negaron a recibir los pinchazos. Ahora, en junio, 178 empleados fueron suspendidos cuando el día 7 se les acabó el plazo para presentar el certificado de vacunación que acreditara que habían recibido al menos una dosis de la vacuna. Sin embargo, algunos de estos trabajadores ya han vuelto a sus puestos, y la cifra de despidos se sitúa en 153.
LaTricia Blank, tecnóloga de ultrasonido, dijo a la cadena CNN que "no quiero trabajar para personas así. No me quiten mi elección". Blank, que estuvo en dicho hospital durante ocho años y medio, amaba su trabajo, sus pacientes y la gente con la que trabajaba.
Deja claro en la entrevista que no está en contra de las vacunas, pero añade que se siente incómoda con una vacuna que cree que pasó por un proceso apresurado. Se ha mostrado escéptica sobre la seguridad de las mismas y tras la oferta inicial del hospital de un bono a cambio de ser pinchado.
"No entiendo, si se supone que esto es realmente bueno para nosotros, ¿por qué tienes que ofrecernos algo?", preguntó. Blank está convencida de que escuchará sobre más efectos secundarios negativos a medida que pasa el tiempo. Quiere seguir trabajando en el campo de la medicina, pero para una empresa que no requiera que las personas se vacunen.