Cientos de migrantes han sido trasladados de los campamentos improvisados a un enorme almacén en la frontera bielorrusa, donde tienen un poco más de calor y comodidad. Algunos observadores consideran una señal de buena voluntad del presidente Alexander Lukashenko tras más de un mes de caos en las fronteras con Polonia y Lituania.
Consideran que es el resultado de la conversación telefónica del miércoles del presidente bielorruso con la canciller Angela Merkel, en la que hablaron de ayuda humanitaria para los refugiados en la frontera de Bielorrusia.
Por primera vez desde que comenzó la crisis migratoria en Bielorrusia, disminuye la tensión en la frontera. El gobierno de Lukashenko está dispuesto a asumir a esa 5.000 personas, pero pide a Europa que se haga cargo del resto. De momento, la mayoría de los migrantes han sido trasladados a un almacén, a la espera de ser repatriados, aunque son muchos los que siguen sin luz, abrigo ni recursos.
En los campamentos improvisados cerca de la frontera polaca ya no queda nadie, han asegurado desde el gobierno de Bielorrusia. Las organizaciones humanitarias en el terreno alertan del rápido deterioro de una "tragedia humanitaria" que empeorará con el invierno.
Este jueves ha salido el primer vuelo de repatriación con más de 400 personas que esperaban abatidas en el aeropuerto con maletas llenas de ropa de abrigo y la idea de volver a intentarlo. Es lo que dice ante el micrófono uno de ellos, que hubiera preferido quedarse y morir allí que volver.
La muerte está aquí y es una presencia cierta en una lápida sin nombre, donde reposa el cuerpo de un joven que murió de frío escondido en el bosque en la frontera entre Polonia y Bielorrusia. Un día antes se enterraba a un bebé de apenas un año, que llevaba más de un mes en la frontera junto a sus padres, que huyeron de la guerra para ver morir a su hijo a las puertas de la esperanza.