La elección del Presidente de la República en Italia, que acabó siendo la reelección de Sergio Mattarella en el cargo, ha dejado un contexto de rotura en los partidos políticos aún más grave que el inicial. Los líderes de cada una de las formaciones se dedicaron durante 6 días a hacer y deshacer sus propias estrategias y esto dejaba lugar al enfrentamiento sin filtros. Fue así de evidente especialmente para la coalición de centro derecha, formada por los partidos de Silvio Berlusconi, Matteo Salvini y Giorgia Meloni. Tanto es así que en las últimas horas ha trascendido una guerra que parece no quedarse de puertas para dentro. La posición que definan de cara a las elecciones en 2023 es la pieza central de su futuro político como socios.
El líder de la Lega tomó el mando de la coalición cuando Silvio Berlusconi se echó a un lado y se vio obligado a pasar unos días en el hospital mientras el país miraba a Montecitorio, la Cámara de Diputados italiana, donde se ejercían las votaciones. En aquellos días Salvini se reunió con todo el mundo: contrincantes políticos, partidos, candidatos al puesto de Presidente, sus propios parlamentarios y sus socios; Antonio Tajani representaba a Forza Italia y Giorgia Meloni a su Hermanos de Italia.
Su apuesta de kingmaker, el término que utiliza la política de este país para denominar al agente político que mueve los hilos y es artesano de un acuerdo como el del Quirinal, le ha salido muy cara. Salvini se expuso al fracaso dando varios nombres públicos y llevando a la votación, sin tener los números, a Elisabetta Casellati, actual presidenta del Senado, como candidata. Le salió mal y eso no solo le costó su propia imagen, también un ajuste de cuentas con sus propios socios, la primera Giorgia Meloni, que estaba en Roma viéndolo todo y que rechazó hasta su elección final, la de apoyar a Mattarella.
“Lo que ha hecho en la elección del Presidente de la República es demencial, no por mí, es grave para él mismo”, ha dicho en el análisis posterior la líder de Hermanos de Italia.
A día de hoy el panorama de enfriamiento aleja la posibilidad de que vuelvan a concurrir como una coalición de centro derecha en las próximas elecciones, previstas en 2023 y que alteran ya la política italiana un año antes. En la jornada del lunes Giorgia Meloni puso palabras al descontento que llevaba mascando tras cada una de las estrategias de su compañero de coalición.
El problema para la líder de extrema derecha es que Salvini ha elegido mantener “buenas relaciones” con la coalición de Gobierno de la que forma parte y que sostiene al primer ministro Mario Draghi, en vez de seguir los intereses de los socios de centro derecha.
Las contradicciones en la propia coalición, mitad dentro del Gobierno, Salvini y Berlusconi, y Meloni fuera como único partido de coalición, ya se habían dado en otras ocasiones. “Este año de experiencia en el Gobierno de Draghi ha desgastado mucho su coalición, era muy difícil aunar objetivos siendo uno Gobierno y otro oposición y esto marca también sus relaciones actuales”, dice Federico Russo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Salento analizando la situación política tras el Quirinal.
“Salvini se ha equivocado mucho en la estrategia del Presidente de la República. Se ha demostrado mejor jugador en las redes sociales que en los despachos donde se llega a acuerdos. Su problema fue de estrategia, intentaba contentar a todos, pero es muy difícil si no encuentras una propuesta a la altura”, explica el experto.
Los continuos intentos del líder de La Lega durante las horas más tensas de la pasada semana eran los de soltar nombres para hacer llegar un referente de derechas a Presidente, pero debía jugar sus cartas de manera más concreta. Ahora, consciente de que las fracturas solo van en aumento, Salvini ha mostrado la intención de “refundar un nuevo espacio de la derecha italiana” por su cuenta invitando a Berlusconi y a su Forza Italia. Su poder son los votos y la ventaja con la que cuenta ahora entre sus, ahora parece, ex socios. La prensa italiana apunta a que es un proyecto que había intentado lanzar ya el verano anterior, pero que ahora, con el momento político actual, cobra un sentido completamente diferente. El propio Salvini ha declarado que intenta imitar al modelo del “partido republicano americano”.
El experto en política advierte que encontrará sus principales enemigos entre sus filas. Una nueva refundación de la derecha “al estilo Trump” sería muy mal vista por los parlamentarios de su partido, La Lega, que, por su historia, están muy apegados a la política local en el norte de Italia y no a un proyecto radical populista de otras envergaduras y de un perfil tan contradictorio.
El partido del cavalliere, Forza Italia, por su parte, aunque invitado a “la fiesta” se coge un tiempo para pensar si es la opción adecuada. “Valoraremos la propuesta de Salvini en el momento oportuno”, han expresado. Se han visto tras la salida de Berlusconi del hospital y ha sido una acogida “cordial” y no calurosa, dicen fuentes cercanas. Todo lo que ocurra en las próximas semanas y meses dependerá de los cambios, o no, de la Ley Electoral. “Si la ley pide a gritos, por su forma, una coalición, ellos la crearán sin más problemas. La cultura de la política italiana de los últimos 20 años ha elegido siempre el prima vincere -primero vencer-”, finaliza Russo.