El 18 de marzo de 2014, Vladimir Putin, presidente de Rusia, anexó a su país la península de Crimea, perteneciente a Ucrania. Este territorio era especialmente importante por constituir una salida al mar muy preciada y por tener grandes reservas de gas.
La península de Crimea había pertenecido a Rusia desde que fue colonizado durante el reinado de Catalina la Grande y apodado con el nombre de Sebastopol, donde se estableció un puerto para la base de la flota rusa en el Mar Negro. Sin embargo, en 1954 el territorio fue cedido a Ucrania, coincidiendo con el 300 aniversario del Tratado de Pereyáslav.
Esta fue una de las razones por las que Valdimir Putin justificó la adhesión de este territorio en 2014. La segunda razón fue que en ese territorio habitaban una gran cantidad de rusos, por los orígenes del territorio y su cercanía con el país, que, según decía, se encontraban en peligro.
Los hechos comenzaron por la negativa del entonces presidente de Ucrania, Victor Yanukóvych a firmar un acuerdo de asociación con la Unión Europea. Ante esto, se desataron protestas en Kiev el 21 de noviembre de 2013, desatando el 'Euromaidan'.
Este movimiento duró tres meses y la gran parte de sus protestas fueron pacíficas. Sin embargo, el 22 de enero se registraron los primeros muertos en una de estas protestas, que tuvo su punto álgido el 20 de febrero, conocido como Jueves Negro, en el que hubo más de 60 fallecidos.
Estos hechos propiciaron el derrocamiento de Yanukóvich, que fue destituido el 21 de febrero, tras lo que se exilió a Rusia. El nuevo gobierno, por su parte, dejó claro que firmaría el acuerdo de asociación con la Unión Europea.
Este acuerdo de asociación con la Unión Europea no gustaba a Rusia, que contaba con Ucrania como frontera natural entre el Kremlin y la Unión Europea, por lo que su reacción no se hizo esperar. Inmediatamente después del anuncio del nuevo gobierno ucraniano, unos hombres armados, aunque no identificados, empezaron a desplegarse por la península de Crimea, un territorio especialmente relevante económicamente.
Aunque Putin rechazó en un primer momento que se tratara de soldados del Kremlin, finalmente acabó admitiendo que provenían del país.
El conflicto armado comenzó en marzo, después de hacerse con el aeropuerto y las bases militares ucranianas. En el territorio, donde la mitad de la población es rusa, había una gran crispación por las medidas del gobierno. El 1 de marzo el autoproclamado primer ministro de la República de Crimea, Serguéi Aksiónov solicitó la intervención rusa y se estableció un referéndum.
Este referéndum, en el solo se podía votar entre la anexión a Rusia o la creación de un territorio independiente (no aparecía la opción de permanecer unidos a Ucrania) se realizó sin observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, que lo consideraron ilegal.
Las autoridades locales informaron de una participación del 83% y un 96,7% de los votos en favor de la adhesión a Rusia, informan desde El Espectador. Sin embargo, un informe filtrado aseguraba que solo un 30% de la población votó y de estos, la mitad lo hizo a favor de la adhesión.
La adhesión de Crimea supuso una violación de los acuerdos internacionales por parte del Kremlin, al igual que ha sucedido esta semana con el reconocimiento de la independencia de Lugansk y Donetsk.
Ningún territorio de la comunidad internacional ha aceptado esta adhesión e impusieron sanciones al país. Sin embargo, la península sigue a día de hoy funcionado como parte del territorio ruso y la violencia en la zona no ha parado desde entonces. Se calcula que 140.000 habitantes ucranianos han tenido que abandonar la zona mientras quela península ha recibido otros 250.000 ciudadanos rusos.