Rusia, con 6.255, es hoy en día el país con una mayor cantidad de armas nucleares. Para tener en cuenta el potencial de ese arsenal nuclear, podemos indicar que la bomba que destruyó Hiroshima tenía 15 kilotones, y cualquiera de las ojivas actuales supera los 1.000 kilotones. Esa fuerza llevaría a una destrucción severa en 30 kilómetros, daños graves en 50 kilómetros y daños generales hasta 80 kilómetros de distancia.
Las cinco grandes potencias que poseen esas armas y están en el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia, más la India, Pakistán e Israel, solo contaban con ellas con un fin disuasivo para desalentar cualquier ataque contra su país.
Sin embargo, el mandatario ruso, Vladimir Putin, puso en alerta, a los pocos días de comenzar la invasión en Ucrania, a sus fuerzas de disuasión nuclear.
En junio de 2020, el Kremlin aprobó un documento que establece en qué casos y de que manera se activaría esa opción.
El texto sostiene que "la política estatal sobre disuasión nuclear es defensiva", por lo que solo funcionaría como respuesta a una amenaza de otro país. No obstante, un párrafo inquietante aclara que "en caso de conflicto militar, esta política (la de utilización de armas nucleares) prevé la prevención de una escalada de acciones militares y su finalización en condiciones que sean aceptables para la Federación Rusa".
También matiza que no es necesario que el enemigo tenga posibilidad de respuesta nuclear. Basta con que posea "armas ofensivas (misiles balísticos y de crucero, vehículos aéreos hipersónicos, vehículos aéreos no tripulados de ataque), armas de energía dirigida, activos de defensa antimisiles, sistemas de alerta temprana".
En cuanto a quién puede apretar el "botón rojo", la decisión de utilizar armas nucleares "la toma el presidente de la Federación de Rusia". Sin embargo, para poder activar los códigos encriptados de su maletín nuclear, el jefe del Estado, es decir, Putin necesita de los otros dos maletines que están en poder del ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y del Jefe del Estado Mayor, Valeri Guerasimov. Son ellos dos quienes "planifican y ejecutan directamente medidas organizativas y militares en el ámbito de la disuasión nuclear".
De este modo, en Rusia, la decisión de lanzar un ataque nuclear es tomada de manera conjunta por el presidente y sus jefes militares.