La noticia de que la vacuna de Pfizer y BioNTech previene el contagio por coronavirus en un 90% de los casos ha sido celebrada por la población mundial y festejada tanto por los mercados como por las demás farmacéuticas en la carrera contra el covid-19. Pero la a fiebre por hacerse con la vacuna de Pfizer ha disparado el debate sobre su precio, que será diferente según la región de comercialización, y ha evidenciado que el escenario futuro se complicará a medida que los gobiernos peleen por conseguir dosis para su población mientras las farmacéuticas intentan hacer caja.
No hay ninguna vacuna aprobada oficialmente, pero los Gobiernos han reservado millones de dosis de vacunas a distintas compañías que están desarrollando un candidato mediante acuerdos de compra anticipada. En el caso de Europa, a cambio del derecho a comprar un número determinado de dosis de vacunas en un período dado, la Comisión Europea asumió financiar parte de los costes iniciales de los productores de vacunas a través de un compromiso anticipado de mercado. "Como el coste elevado y el alto índice de fracaso hacen que la inversión en una vacuna contra el cpvod-19 sea una decisión de alto riesgo para los desarrolladores de vacunas, estos compromisos permitirán hacer inversiones que, de otro modo, probablemente no se producirían", justificaba.
Pero desde el principio de la pandemia se ha advertido de que esto provocaba que todas las reservas de vacunas fuesen a parar a manos de los países más ricos. Activistas de las Naciones Unidas y Cruz Roja Internacional han advertido que esa planificación anticipada dejará sin existencias a los países más pobres.
Por otra parte, estos mismos países están concediendo grandes cantidades de subvenciones a las compañías para acelerar el desarrollo de un proceso que normalmente dura 10 años y para escalar la producción de una vacuna cuya demanda será global. Esto, unido a la situación de emergencia que vive el mundo, hace que se cuestione la legitimidad de las farmacéuticas a la hora de sacar beneficio de sus vacunas.
Las farmacéuticas, que se juegan su reputación en la respuesta a esta crisis, deben mantener un equilibrio entre contentar a sus inversores y permitir que los productos que han desarrollado con gran apoyo por parte de gobiernos y subvenciones públicas estén disponibles para todos.
A la hora de establecer el precio de una vacuna influyen muchos factores. Principalmente es el coste de fabricación, ya que las farmacéuticas buscan recuperar la enorme inversión realizada, así como obtener beneficios. En el caso de la pandemia, muchas de las compañías han recibido ayudas millonarias de los gobiernos y organizaciones sin ánimo de lucro para acelerar su investigación.
Por ejemplo, Novavax ha recibido 1.600 millones de dólares de la Operación Warp Speed, la iniciativa estadounidense para acelerar la llegada de vacunas contra el covid-19, y Johnson & Johnson también ha recibido 350 millones de dólares de la vacuna de la misma iniciativa.
Otros factores que pueden afectar es la necesidad que hay de la vacuna, la eficacia del candidato o los productos de la competencia, según apunta 'Business Insider'. En este sentido, el hecho de que algunos fabricantes como AstraZeneca o Johnson & Johnson hayan asegurado que no buscarán beneficios mientras dure la pandemia ha elevado la presión sobre otras compañías. 'Financial Times' asegura que Moderna habría buscado inicialmente una cifra mayor para su vacuna, pero sus negociaciones fracasaron porque otras empresas han aceptado precios significativamente más bajos.
Pero esto tiene su coste para las compañías en otro sentido. Por ejemplo, el precio de las acciones de AstraZeneca cayó en la semana siguiente al anuncio de que estaba obteniendo resultados prometedores (después de haber subido inicialmente), tras comprometerse a no hacer caja con el candidato.
El jefe de estrategia de la empresa alemana de BioNTech, Ryan Richardson, ya ha advertido de que el precio de la vacuna estará por debajo de "las tasas típicas de mercado", aunque tendrá en cuenta los riesgos financieros en los que han incurrido sus inversores del sector privado. Richardson sugirió que el precio podría ser diferente entre países y regiones y se ha confirmado que la Unión Europea pagará menos que los 16,50 euros por los que se comercializará Estados Unidos.
Es poco probable el mercado de la vacuna contra el coronavirus tenga un único ganador y que se vea a corto plazo, según asegura Geoffrey Porges, analista del SVB Leerink, en 'Financial Times'. Independientemente de que las vacunas hayan recibido financiación pública o no, las farmacéuticas podrían seguir obteniendo un gran margen de beneficios en el futuro cuando la pandemia termine, ya que todo apunta a que el coronavirus será endémica.
La vacuna del covid-19 estaba destinada a ser una fuente de dinero para la industria farmacéutica. Un análisis de Morgan Stanley y Credit Suisse pone cifra a esta oportunidad para la industria farmacéutica y asegura que futuro mercado de la vacuna covid-19 podría valer más de 10.000 millones de dólares al año (unos 8.400 euros).
"Los gobiernos se centran en conseguir un buen negocio a corto plazo, pero se han negado a garantizar que las vacunas sean asequibles y estén disponibles para todos a largo plazo", señala Rizvi. La misma advertencia ha realizado Médicos sin Fronteras, que denuncia que las farmacéuticas podrán subir sus precios en cuanto termine la crisis sanitaria y limitar su acceso.
A estos dilemas sobre la legitimidad de hacer caja durante la crisis sanitaria hay que sumar la polémica venta de acciones del consejero delegado (CEO) de Pfizer, Albert Bourla, el pasado lunes, justo cuando las acciones de la farmacéutica sobrepasaron los 41,94 dólares en plena euforia por sus avances en la vacuna. Bourla se deshizo del 61,8% del total del paquete que tenía en su poder, 132.508 títulos de la compañía por valor de 5,56 millones de dólares (unos 4,7 millones de euros).
Con la normativa de la Comisión del Mercado de Valores (SEC) estadounidense en la mano, lo hizo de manera legal. Sin embargo, la maniobra pudo levantar suspicacias sobre el manejo de información privilegiada. Pero la venta estaba programada desde el 19 de agosto. Por esas fechas dejó pautado que al llegar a los 41,94 dólares por acción sus 132.508 títulos equivalentes al 63% de su cartera en Pfizer se vendiesen. En aquel momento su precio superaba por poco los 38 dólares y no se sabía nada aún sobre los resultados y la eficacia de la vacuna.
Algunos expertos defienden que la maniobra refuerza el compromiso que el directivo tenía con su empresa. Y no hay que olvidar que, tras la operación, el consejero delegado de Pfizer mantiene de forma directa un paquete accionarial de 78.273 títulos en la compañía, además de otros 3.539 de forma indirecta.
Por ahora la carrera por la vacuna contra el coronavirus la lidera Pfizer, tras el anuncio con el que abrió la semana, pero hay más candidatos y según avancen en sus fases de investigación y ensayos clínicos la situación puede cambiar.