En este endiablado puzle de la guerra en Ucrania sobresale en las últimas horas la llegada de tropas islamistas chechenas para luchar del lado de Moscú. Se les conoce como uno de los ejércitos más sanguinarios del mundo. Su misión principal, mediante una escala de recompensas, es la de eliminar a los principales funcionarios ucranianos, con el presidente Zelensky a la cabeza.
Con una factura audiovisual y una propaganda que recuerda a la de los yihadistas del autodenominado Estado Islámico. Al grito de Alá es grande el dictador de la república rusa de Chechenia, Ramzan Kadyrov, anunciaba en las últimas horas la salida de más de 10.000 soldados de su guardia nacional, con lo último en armamento y decenas de vehículos blindados y tanques, para luchar en Ucrania a las órdenes de Putin.
Kadyrov es un fiel aliado de Putin desde que sus milicias y las de su padre se alinearon con Moscú hace dos décadas por la lucha de poder en Grozni. Su unidad de élite es conocida por su brutalidad y los constantes abusos de derechos humanos. Batallones avanzados a este contingente ya se han hecho con arsenales ucranianos a las puertas de Kiev, a la vez que han izado su bandera y la de Rusia en los complejos conquistados.
Con esta llamada a los dirigentes de esa avanzadilla el propio Kadyrov trata de desmentir las últimas informaciones que desde Ucrania aseguran que habrían sido abatidos. En su relato afirma que pueden tomar cualquier ciudad ucraniana sin problema y que no persiguen atacar a la población civil.
La 'BBC' asegura que dispone de audios que confirmarían que Moscú y Grozni estaban preparando este despliegue invasor desde hace semanas. Un ataque al que también amenazan a los soldados ucranianos con lanzacohetes y con mensajes en los que les dicen que jugarán a fútbol con sus cabezas. Un campo de batalla en el que también se suman del lado ucraniano las milicias históricas de Chechenia opositoras al régimen de Kadyrov.