Once personas han muerto y otras 47 están heridas tras un ataque con bombas de racimo de Rusia contra Mykolaiv, una ciudad de Ucrania, al sur del país. Es precisamente en la costa de Ucrania, donde las tropas de Vladimir Putin están recrudeciendo la ofensiva tras la retirada de la Kiev. El uso de bombas de racimo puede suponer más crímenes de guerra. ¿Qué son las bombas de racimo y por qué son tan dañinas?
Las bombas de racimo son proyectiles huecos, que tras ser lanzados, por tierra o aire, se abren y liberan centeneras de pequeñas bombas o submuniciones, que son especialmente dañinas. Por su alta carga explosiva, pueden llegar a perforar vehículos blindados, matar o herir a muchas personas de manera indiscriminada con sus fragmentos de metralla o producir incendios.
El alcance de las bombas de racimo es tan amplio que pueden llegar a cubrir grandes áreas como las equiparables a varios campos de fútbol. En el ataque perpetrado hoy sobre Mykolaiv con bombas de racimo, según fuentes ucranianas, se ha afectado a una área muy amplia que abarca desde zonas residenciales, dos hospitales, un orfanato, un centro de formación profesional, once guarderías y 12 escuelas.
Las submuniciones esparcidas tienen una tasa de fallo de entre el 5% y 30%, por lo que pueden quedar bombas enterradas sin explotar siendo muy peligrosas tiempo después de que la guerra haya finalizado. No solo para las personas, si no para aspectos sociales y económicos, como la imposibilidad de cultivar la tierra. Las bombas de racimo sin estallar recuerdan a las minas antipersonas.
El uso de este tipo de armas de manera indiscriminada contra la población civil puede considerarse crimen de guerra, es decir una violación grave de los derechos humanos. De confirmarse se sumaría a la atrocidad cometida, según fuentes internacionales a la vista de las imágenes, en la ciudad de Bucha, donde los civiles han sido torturados y asesinados para después abandonar sus cadáveres en una ciudad completamente destruida.
Son muchos los países que han utilizado estas bombas en conflictos armados. Rusia, en Chechenia y Ucrania, Reino Unido, en Kosovo e Irak, o Estados Unidos, en Afganistán, entre otros. En el año 2008, diversos países, entre ellos España, firmaron un tratado internacional para restringir el uso de este tipo de bombas, al igual que las minas antipersona. Ni Rusia ni Ucrania aparecen entre los estados firmantes.
Human Rights Watch hace semanas que denunció el uso de estas bombas de racimo en Jarkov. La ONG dijo que "Járkov está bajo el ataque implacable de las fuerzas rusas y los civiles se esconden en los sótanos para evadir las explosiones y los escombros".
Según el director de Armas de HRW, Steve Goose, "el uso de bombas de racimo en áreas pobladas de Járkov muestra un desprecio descarado e insensible por la vida de las personas".