El filántropo y cofundador de Microsoft, Bill Gates, que ha contribuido a través de su fundación con más de 100 millones de dólares a combatir la crisis del coronavirus, ha alertado del peligro que supone la pandemia a nivel mundial y receta un plan de tres medidas que los jefes de gobierno, especialmente los del G20, deberían aplicar sin perder tiempo, ya que "las decisiones que tomemos ahora tendrán un enorme impacto en lo pronto que empiece a reducirse el número de casos".
Para Gates, el primer paso es asegurarse de que "los recursos del mundo se distribuyan de manera efectiva", refiriéndose a máscaras, guantes y test de diagnóstico. Ya se empieza a asumir que los trabajadores de atención médica de primera línea deberían ser los primeros en someterse a pruebas de diagnóstico, pero es necesario más consensos. Dado que las reservas son limitadas, el filántropo propone desplegar los recursos "en función de emergencias médicas y de salud pública".
"Tenemos muchos expertos, capacitados en las epidemias de Ébola y VIH, listos para ayudarnos a elaborar pautas para lograr el objetivo. Y los jefes de estado de los países desarrollados y emergentes deben trabajar junto con la OMS y sus socios para ponerlos en blanco y negro. En ese punto, las naciones participantes deberán acordar públicamente las directivas a seguir, asumiendo sus responsabilidades", escribe Gates en un artículo publicado por 'Corriere della sera'. A su juicio, es vital adoptar una estrategia común para el confinamiento. Que unas regiones, estados o países y otros apliquen diferentes medidas de confinamiento "es la receta para el desastre."
El segundo paso esencial supone que "los jefes de gobierno tendrán que asignar los fondos necesarios para la investigación médica para el desarrollo de una vacuna. Gates explica que "Cepi ya está trabajando en el desarrollo de ocho nuevas vacunas potenciales para Covid-19 y los investigadores confían en que una de ellas estará lista en los próximos dieciocho meses". Este plazo, que sería un verdadero récord, depende de la financiación. Por ello, "aunque muchas naciones han contribuido a Cepi en las últimas dos semanas, el consorcio necesita al menos dos mil millones de dólares". A juicio de Gates, "los líderes del G20 tendrán que darse cuenta de que la cifra se refiere al desarrollo de la vacuna, no a su producción y distribución".
Es ahí donde entra el tercer paso propuesto por Gates: La futura vacuna Covid-19 deberá clasificarse como un "centro de salud global" y ponerse a disposición de miles de millones de personas, a un precio asequible. "Afortunadamente, hay organizaciones como Gavi Alliance, que ha estado trabajando durante años para mejorar el acceso a las vacunas esenciales en los países más pobres", recuerda el filántropo, que recuerda sus esfuerzos en las últimas dos décadas para instar a los líderes mundiales a una mayor inversión en la salud de los pueblos más pobres de la Tierra. " Las pandemias nos recuerdan que la ayuda mutua no solo es correcta y adecuada, sino también una elección inteligente. Porque toda la humanidad no está simplemente interconectada por valores comunes y lazos sociales: también somos biológicamente interdependientes", termina Gates.