La pandemia de coronavirus ha encontrado en el turismo a una de sus víctimas más frágiles. Lo que antes era aglomeración y viajes sin parar, ahora ha desembocado en ciudades fantasmas.
Desde Roma hasta Moscú, los puntos más turísticos de Europa, habitualmente repletos de visitantes llegados desde todo el mundo, dejan hoy una imagen muy diferente. La epidemia de COVID-19 ha callado el bullicio de las calles y monumentos de las capitales del viejo continente, para mostrar su estampa más pura.
En España, sin ir más lejos, hace poco se difundieron imágenes nunca antes vistas, y menos en Semana Santa, unas fechas especialmente señaladas en el calendario de muchos ciudadanos en nuestro país.
Por ejemplo, Benidorm, un municipio costero que vive del turismo, vio como sus calles y sus playas quedaban vacías como nunca antes. Las imágenes impactan, pero son necesarias si se quiere hacer retroceder a un coronavirus que sigue destruyendo al mundo.