Más de 20 millones de venezolanos están llamados a las urnas hoy en Venezuela pero el país vive una jornada electoral llena de apatía con apenas participación y con las calles del país en absoluta tranquilidad.
Las puertas de los colegios electorales, que abrieron a las 6 de la mañana, no han recibido grandes aglomeraciones de gente, y aunque no habrá cifras oficiales de participación hasta la noche, hora local de Venezuela, las encuestas pronostican una abstención de más del 70%.
Pocas ganas de votar aunque, según el Consejo Nacional Electoral, haya un total de 107 partidos presentándose a estos comicios, y más de 14.000 candidatos.
Sin embargo, la oposición mayoritaria encabezada por Juan Guaidó no se presenta y el líder opositor ha pedido a los venezolanos que se queden en casa para no legitimar lo que consideran un “fraude de la dictadura”.
Ni la UE, ni EEUU, ni varios países de América Latina van a reconocer estos comicios, según han adelantado varios de sus respectivos portavoces y tampoco han enviado observadores internacionales.
El gobierno de Nicolás Maduro, sin embargo, ha invitado a más de 200 veedores internacionales de su confianza que está alojando en el Hotel Meliá de Caracas, otrora el hotel de lujo más importante de la ciudad y hoy en decadencia, donde les están organizando a puerta cerrada diversas actividades con las que pretenden legitimar estas parlamentarias. A este grupo hay que sumar 1.500 acompañantes nacionales según las cifras que aporta el máximo ente electoral del país.
En las puertas del Liceo Andrés Bello de Caracas, el más importante del país y con el mayor número de electores inscritos, donde habitualmente suelen registrarse gran cantidad de personas en las jornadas electorales, el ambiente era de absoluta tranquilidad durante las primeras horas del día y hasta pasado el mediodía.
El despliegue de seguridad, con los militares y las Fuerzas Armadas desplegadas en las puertas de los centros electorales para “velar por la seguridad del país” y no permitiendo a la prensa que se acerquen a menos de 200 metros, está siendo enorme, y en la mayoría de colegios había más presencia de efectivos se seguridad que de ciudadanos con ganas de ejercer su derecho al voto.
“Yo no voy a votar, votaba antes cuando las elecciones eran legales”, dice Amparo, en las puertas de este Liceo. “Tendrías que ver cómo eran las colas que se formaban antes, pero mira ahora. No hay nadie, porque no creemos en nada de lo que dice este gobierno”, señala.
A su lado, Manuel, otro vecino que sí ha decidido ejercer su derecho al voto, dice que va a votar por la oposición porque cree que, aunque necesitan ayuda internacional, “el voto es la única manera de cambiar las cosas”. “No tenemos agua, ni luz, ni gasolina. Toda mi familia emigró. No nos alcanza el dinero para nada. Que se cuente la verdad”, sostiene.
Este venezolano protagoniza una escena de confrontación con una mujer que le increpa cuando da su opinión ante la situación de grave crisis que está viviendo el país. La señora pide que contextualice sus palabras y echa la culpa del bloqueo económico y a las sanciones impuestas por EEUU a la situación.
“Quieren el petróleo y todos los recursos naturales que tiene Venezuela y por eso nos sancionan, pero el pueblo venezolano es soberano porque así nos lo enseñaron nuestros libertadores, y por eso yo vengo a ejercer mi derecho al voto y votaré por este gobierno que no es apátrida”.
La mujer pide a la prensa extranjera que cuente sus palabras. La escena es el reflejo perfecto de la polarización que vive Venezuela y que se ha acrecentado durante los últimos años. Esta confrontación se aprecia entre la clase política, pero también en la calle, aunque la mayoría del país, un 80% según cifras de las principales encuestadoras, quiere un cambio y mejorar sus condiciones de vida.
El expresidente español, Jose Luis Rodriguez Zapatero, está en Caracas invitado por el gobierno de Nicolás Maduro. Zapatero fue una figura clave en los últimos intentos de negociación para llegar a acuerdos viables políticos entre las diferentes facciones de la oposición y el gobierno chavista. Su gestión quedó frustrada ante la imposibilidad de llegar a pactos entre las partes, pero en la actualidad continúa siendo un referente internacional en la política venezolana y uno de los principales valedores de la búsqueda activa y necesaria de consensos.
Durante la mañana del domingo, Zapatero habló desde la sede del Consejo Nacional Electoral en Caracas y en un tono muy comedido, pidió dijo que “la UE debe reflexionar sobre las sanciones después de los resultados de las elecciones del 6D”, y aseguró que la postura europea debe alejarse de la de EEUU respecto al bloque económico contra el país sudamericano.
“Hoy se dará un paso importante. Hoy empezamos a tener un proceso distinto. Y los venezolanos necesitan una nueva mirada de simpatía, un tono de respeto y de no injerencia”, aseguró, para terminar pidiendo a la oposición mayoritaria representada de Juan Guaidó que piense en un futuro donde participe de una convocatoria electoral.
Este lunes, Zapatero participará en un conversatorio junto a los expresidentes Rafael Correa y Evo Morales en el Hotel Meliá de Caracas para los invitados del gobierno. La charla está organizada por la cancillería de Venezuela y en principio la prensa tiene vetada la entrada.
En la Escuela Municipal de Chacao, al este de Caracas, Maruja, una jubilada de 72 años, responde ante la pregunta de a quién ha votado usted hoy. Su respuesta da voz a las críticas y denuncias que muchos sectores de la sociedad civil venezolana, así como partidos opositores, hacen sobre la manipulación que el gobierno de Nicolás Maduro mantiene con los sectores más populares y necesitados, dependientes de los bonos de dinero y las cajas de comida subsidiada que el ejecutivo les regala a cambio de su voto.
“Hasta ahora yo había votado por Maduro porque nos tienen demasiado controlados con la broma esa de los bonos, pero hoy voté lo que me dio la gana, porque ya estoy cansada de pasar hambre”, dice Maruja. “A los que trabajan para ellos en los ministerios les dan de todo: jamón, carne, pollo, queso… Y al resto una caja miserable con pasta y arroz”.
Nicolás Maduro ejerció su derecho al voto pasadas las 13:30 hora local de Venezuela y esta vez no lo hizo en el colegio donde tradicionalmente ha votado siempre y donde está censado como ciudadano venezolano. Esta vez, y aunque no cambió su censo en el CNE, no votó en el Colegio Miguel Antonio Caro, ubicado en el barrio de Catia, al oeste de la ciudad, sino que lo hizo en Fuerte Tiuna, en la escuela ecológica Simón Rodríguez.
A la prensa que quiso cubrir el voto del mandatario se le exigió una prueba PCR de coronavirus, de muy difícil acceso en el país y con un costo superior a los 120 dólares.