En el número 3 de la calle José Martínez Velasco de Madrid se encuentra el Centro Deportivo M86. Después de su inauguración para el Mundial de Natación hace ahora 35 años, todos los niños del barrio corrieron a apuntarse a alguna de las actividades acuáticas ofertadas por el ayuntamiento. Nadie quería perderse la oportunidad de zambullirse en la misma piscina que Tom Jagger, el siete veces campeón olímpico que aquel agosto de 1986 se había vuelto a subir a lo más alto del podio en la capital de España.
Ana Mallol (Madrid, 1975) tenía apenas 11 años cuando sucedió todo aquello pero recuerda con claridad la primera vez que llegó a la piscina. No tardó mucho en darse cuenta de que eso de la natación era mucho más que una actividad extraescolar. Su entrenadora la seleccionó junto a otras niñas para practicar natación sincronizada, un deporte hasta entonces desconocido para ella que dos años atrás había pasado a convertirse en disciplina olímpica en Los Ángeles 84. Ana y sus compañeras de piscina pronto se hicieron grandes amigas. Algunas de ellas, como Alicia Sanz y Ana Montero, llegaron a representar a España en los Juegos Olímpicos de Atenas, en el año 2004. El turno de Ana Mallol ha llegado ahora, en 2021.
Arquitecta de profesión, decidió hacerse jueza para no perder el contacto con su deporte y poco a poco fue llegando hasta lo más alto. Desde su habitación, en un hotel de Tokio reservado para personal acreditado en los Juegos Olímpicos, Ana Mallol responde a las preguntas de Informativos Telecinco:
¿Qué se siente al vivir unos Juegos Olímpicos desde dentro?
Es una experiencia muy bonita, a pesar de las restricciones de este año y la ausencia de público, la competición tiene una emoción especial.
¿Cuándo te enteraste de que ibas a ir como árbitro a Tokio 2020?
Fue en noviembre de 2019, ya entonces me pareció que los Juegos quedaban aún muy lejos, quién me iba a decir que no iba a tener que esperar 9 o 10 meses sino un año más...
¿Cómo recibiste la noticia del aplazamiento de 2020 por el coronavirus?
La decisión se veía venir, en realidad fue un alivio porque no me hubiera gustado venir el año pasado en plena pandemia. Hubiera sido una locura.
¿Qué has tenido que hacer para poder ir este año?
Lo primero vacunarme, gracias al COE pudimos vacunarnos un poquito antes de lo que nos hubiera tocado por la edad y así estar seguros de que llegaríamos a los Juegos con la pauta completa. Después los 15 días previos al viaje tuve que reducir al máximo los contactos sociales y llevar un registro de salud. Lo último para poder viajar fueron 2 PCR previas y una más al llegar en el mismo aeropuerto.
¿Qué fue lo que más te llamó la atención al llegar?
La cantidad de gente y voluntarios que están trabajando para el buen desarrollo de la competición y lo bien organizado que está todo.
¿Cómo describirías un día en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020?
Mi experiencia personal, que supongo que no se parece mucho a la que pueden tener los deportistas, tiene dos partes muy diferenciadas: Una parte del día la pasamos bastante aislados en nuestra habitación del hotel, es una pena pero estoy viendo los Juegos a través de la tele, sabiendo que estoy en la misma ciudad en la que están pasando todas esas cosas.
La otra mitad la ocupa nuestra competición, tenemos que ir en autobús hasta el centro acuático, es el ratito en el que podemos ver algo del exterior, hay gente que saluda emocionada el paso de los autobuses incluso con pancartas de ánimo y buena suerte. Al llegar pasamos un control de seguridad, toma de temperatura incluida. Primero tenemos siempre una reunión previa a la competición en la que nos dicen el puesto en el que vamos a actuar, concentración y a la piscina. Después también hay reunión e intercambio de opiniones y vuelta al hotel.
¿Crees que las circunstancias originadas por la pandemia están condicionando a las deportistas?
Creo que aquí no tanto, puede que la falta de público le quite un poco de emoción y adrenalina, pero eso puede ayudarlas a estar más tranquilas y además las circunstancias son las mismas para todas las participantes por igual.
El problema ha podido venir en las restricciones impuestas por cada país en el año anterior, ha habido gente que no ha podido entrenar en las mismas condiciones que los demás y eso sí ha podido afectar a la preparación.
Como árbitro de natación artística, ¿Qué posibilidades dirías que tiene España de conseguir colgarse alguna medalla?
Las medallas están carísimas, cada vez hay más países con un nivel excelente en natación artística que nos lo ponen más difícil a las juezas. España trae un equipo que va a sorprender mucho y seguro van a estar en la lucha, pero la calidad técnica de las rusas y chinas es impresionante. Hay que venir y nadarlo, seguro va a ser una competición muy interesante.
Algunas deportistas como la nadadora Ona Carbonell se han quejado de las dificultades para conciliar la vida familiar con los Juegos Olímpicos y el deporte de alta competición en general. ¿Te habría gustado vivir esta experiencia acompañada por tu familia?
Ona ha conseguido la parte más difícil que es llegar a estar en muy buenas condiciones físicas para poder rendir y dar lo máximo con el equipo poco tiempo después de haber sido madre. El trabajo más duro ya lo ha hecho y ha demostrado que se puede conciliar. La parte más fácil que era dejarla traer a su hijo y poder seguir dándole el pecho y tenerlo cerca ha puesto de manifiesto la falta de sensibilidad y lo difícil que lo tenemos las mujeres al ser madres para no tener que renunciar al resto de nuestra vida.
Personalmente, tenía planes para venir con mi familia y aprovechar para visitar Japón pero al final, no pudo ser, ¡ya volveremos!