El alcalde de Mariúpol (sudeste de Ucrania), Vadim Boichenko, quiere sacar de la ciudad a unos 160.000 civiles que permanecen en la ciudad sin suministros básicos por los bombardeos rusos. Boichenko ha pedido la evacuación inmediata.
La ciudad, que contaba con unos 450.000 habitantes antes de que comenzara la guerra, lleva semanas bajo asedio y en una situación catástrofe humanitaria. La Cruz Roja llegó a calificar la situación de "apocalíptica". Boichenko también acusó el domingo a Rusia de querer borrar del mapa a la ciudad portuaria, que cuenta con salida al mar de Azov, y de llevar a cabo una "acción despiadada" contra todos los residentes.
El alcalde de la ciudad, que ha quedado prácticamente arrasada por los misiles rusos, afirmó que el 90% del parque de viviendas ha resultado dañado de una forma u otra. Son en torno a 2.600 casas y pisos, de las cuales el 60% han sufrido el impacto directo por bombardeo. Según él, el 40% ya no es recuperable.
Una de las que ya está en salvo es Liudmila Bila, que ha conseguido escapar de Mariúpol. Su hija la ha traído a Murcia, donde vive. Esta mujer sobrevivió 23 días a oscuras en un búnker de la ciudad con otras 5.000 personas.
Su hija pagó para que llevaran a su madre hasta Letonia. Los rusos no le permitían cruzar la frontera pero tras horas de angustia, su hija la vio aparecer en estado de shock y así sigue.
Mariúpol es una ciudad clave para el Kremlin, porque su control le permitiría a Rusia crear un corredor desde la región de Donbás, donde están las autoproclamadas repúblicas independientes de Donetsk y Lugansk, hasta la península de Crimea.
Según la inteligencia británica, Rusia ya se ha hecho con la mayor parte del sur de Mariupol, donde siguen fuertes combates para tomar el puerto de la ciudad.