La renuncia de la activista estadounidense Patrisse Cullors, una de las tres cofundadoras de Black Lives Matter (BLM, Las Vidas Negras Importan), ha cogido por sorpresa militantes y observadores del mundo entero, aunque asegura que llevaba un año preparando su despedida.
“Anuncio mi decisión de dejar mi puesto de Directora Ejecutiva de BLM. Esta decisión se produce después de un viaje verdaderamente gratificante y desafiante que ha sido uno de los mayores honores de mi vida” dijo la también artista de 37 años. “He creado la infraestructura y el apoyo, y los huesos y los cimientos necesarios para poder irme. Parece que es el momento adecuado”.
A sus 37 años Cullors concluye una intensa etapa al frente de Black Lives Matter Global Network Foundation (BLMGNF) el movimiento que revolucionó la protesta social en Estados Unidos y en el mundo, y del que no se ha dejado de hablar en el último año, desde el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco.
Pero su inesperada salida se produce en un momento en el que se estaban cuestionando la falta de transparencia en su gestión, por utilizar su posición de líder para canalizar negocios supuestamente en su propio beneficio.
Cullors, que también es confundadora y directora de otros dos grupos activistas, Reform LA Jails y Black Lives Matter PAC, desde este último hizo pagos de elevadas cantidades de dinero a una empresa Trap Heals, que codirige junto al padre de su hijo.
Una de las supuestas irregularidades surge de la retransmisión en directo de las elecciones presidenciales de EEUU (noviembre, 2020) en el canal de YouTube de la joven activista, y por el que pagó 148.000 dólares (algo más de 121.000 euros). Según los expertos de la industria, el evento debería haber costado alrededor un tercio de la suma total, al margen de los numerosos errores técnicos que empañaron la retransmisión que recibió poco más de 3.200 visitas.
Cullors también ha sido cuestionada hace algunas semanas cuando se supo que ella y su mujer habían comprado cuatro casas de lujo, adquiridas entre 2016 y 2020 por más de 3,2 millones de dólares de acuerdo con los datos de los registros de propiedad, según informa el New York Post.
La exdirigente de BLM ha reconocido las compras de las casas, aunque ha negado que las operaciones estén relacionadas con el movimiento antirracista.
Cullors nacida hace 37 años en Los Ángeles, California, creció en un barrio humilde, aunque a los 16 años tuvo que abandonar el hogar familiar ante el rechazo de sus padres cuando reveló su identidad de queer (raro), un término utilizado para definir una identidad sexual que no corresponde a las ideas más conservadoras establecidas de por sexualidad y género.
Tres años antes, Cullors vio cómo esposaban y detenían a su hermano de 19 años, algo que ella recuerda como una experiencia que la marcó profundamente. Durante un tiempo estuvo integrada en la comunidad de los Testigos de Jeová, y aunque se terminó distanciando de este dogma, no se desligó de las convicciones de la fe y se licenció en Religión y Filosofía en Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA).
Junto a Alicia Garza y Opal Tometi otras dos activistas con las que se había relacionado en una conferencia de Black Leadership for Organizing and Dignity (Liderazgo Negro para la Organización y la Dignidad), fundó el movimiento más importante y grande en EEUU que condena el racismo y la supremacía blanca.
Todo surgió a raíz del veredicto de absolución que dictaba un jurado a favor de George Zimmermam, exvigilante voluntario de una urbanización de Florida que había matado de un disparo al adolescente negro desarmado Trayvon Martin.
Aquel 14 de julio de 2013 Garza no pudo contener las lágrimas al escuchar un definitivo “no culpable”. Activista de profesión y por vocación, la californiana de 32 años escribió una carta que posteriormente publicó en Facebook. En su contenido denunciaba lo “barato que salía matar” a los afroamericanos en Estados Unidos. “Gente negra. Os quiero. Nos quiero. Nuestras vidas importan. Las vidas negras importan”, decía.
Fue entonces cuando Patrisse Cullors, a la que Alicia Garza conocía desde hacía una década del movimiento antirracista, compartió la carta con el hashtag #BlackLivesMatter. Cuando Opal Tometi lo vio el también hashtag en las redes, contactó con ellas.
Así fue como nació Black Lives Matter, cuyo impulso ha liderado durante los últimos años las protestas y manifestaciones contra la brutalidad policial y la violencia hacia las personas negras en Estados Unidos. Y BLM se convirtió en un poderoso grito de guerra a nivel mundial.
La fundación reveló en febrero que el año pasado, tras el asesinado de Floyd, recibió algo más de 90 millones de dólares (cerca de 74 millones de euros), concluyendo que finalizó el 2020 con un saldo a favor de 60 millones de dólares (49 millones de euros), después de gastar casi una cuarta parte de sus activos en gastos operativos, subvenciones a organizaciones dirigidas por negros y otras donaciones benéficas.
Sin embargo, muchos críticos sostienen que la fundación no ha dado soporte a muchas familias de víctimas negras que han sufrido la brutalidad policial y que no han podido acceder a los recursos necesarios para lidiar con su trauma y pérdida.
“Ese es el aspecto más trágico”, ha declarado el reverendo T. Sheri Dickerson, presidente de una división de BLM de la ciudad de Oklahoma y representante del #BLM10, un grupo nacional de organizadores que ha criticado públicamente a la fundación por el financiamiento y la falta de transparencia.
“Sé que algunas de (las familias) se sienten explotadas, su dolor (ha sido) explotado, y eso no es algo con lo que yo quiera estar afiliado”, señaló Dickerson.
Tamika Palmer, madre de una joven de 26 años llamada Breonna Taylor, víctima mortal de un tiroteo provocado por agentes policiales de Kentucky en 2020, asegura que durante cinco años intentó contactar con Cullors, pero que no ha tenido respuesta alguna. “Creo que son un fraude”, sentencia la mujer.
Pero es evidente que no todos piensan igual. La activista ex directora de BLM a lo largo de los últimos años ha sido distinguida con premios y reconocimientos como figurar entre las líderes más grandes en 2016 según Fortune, o la consideración de Time 100 de incluirla en la lista de las 100 personas más influyentes en 2020. Black Lives Matter ha sido nominado para el premio Nobel de la Paz 2021 por la forma en que su llamado al cambio sistémico se ha extendido por todo el mundo.
El comienzo de una nueva etapa en un entorno mediáticoA partir de ahora Cullors tiene pensado enfocarse en su mujer y su hija de cinco años, y llevar a cabo algunos proyectos profesionales incluyendo la publicación de su segundo libro y un contrato televisivo de varios años con Warner Bros.
“Con personas inteligentes, experimentadas y comprometidas que apoyan a la organización durante esta transición, sé que BLMGNF está en buenas manos”, dijo la activista en un comunicado. "La agenda de la fundación sigue siendo la misma: erradicar la supremacía blanca y construir instituciones que afirmen la vida".
Para los detractores más críticos, y en especial con los más conservadores, en su defensa ha dicho que condena lo que ella llama “una campaña de difamación de un grupo de extrema derecha”, aunque asegura que “ni eso ni las críticas recientes de otros organizadores negros han influido en su partida”. De momento no se ha abierto ninguna linea de investigación oficial conocida pero los expertos aseguran que esa posibilidad no se descarta ante la evidente ampliación un patrimonio personal que a la vista de todos, genera la duda de su legitimidad.