El presidente de EEUU no tiene freno ni control. Le sirve cualquier plaza sea Twitter o un mitin republicano. "Por culpa de este hijo de puta, mucha personas no tienen piernas ni brazos". Así se refirió al general iraní Qasem Soleimani, al que asesinaron fuerzas estadounidenses en un bombardeo sobre el Aeropuerto Internacional de Bagdad a principios del mes de enero.
Trump se ha desatado en estos términos durante un mitin del Partido Republicano en Milwaukee, en el estado de Wisconsin. Días antes, el presidente de EEUU había presumido de matar al militar iraní definiéndolo como "el terrorista número uno".
"Debería haber sido asesinado hace 20 años", dijo Trump esta semana, para defender el ataque del Ejército de Estados contra el general iraní, porque era una "inminente" amenaza contra la seguridad de las tropas y ciudadanos estadounidenses en la región.
Washington ha atribuido a Soleimani la autoría intelectual del asesinato de cientos de soldados estadounidenses desplegados en Irak. Sin embargo, las contradicciones rodean el delicado asunto, después de las declaraciones del secretario de Defensa, Mark Esper, de que "nunca" detectó evidencias de un posible ataque de Irán contra objetivos de EEUU.
Para Trump hablar de Soleimani se ha convertido en su pasatiempo favorito y en términos nada diplomáticos. El presidente de Estados Unidos defendió la "coherencia" del ataque, pues, dijo, el general iraní era "el terrorista número uno del mundo según todas las fuentes". "Una mala persona. Ha matado a muchos americanos. Ha matado a mucha gente", subrayó el polémico presidente durante un acto con la prensa en la Casa Blanca.
Soleimani fue asesinado junto al 'número dos' de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP) -una coalición de milicias pro-gubernamentales iraquíes apoyadas por Teherán-, Abú Mahdi al Muhandis, y varios milicianos iraquíes, que provocó que Irán amenazara con vengarse.
En respuesta a la muerte de Soleimani, Irán atacó con misiles dos bases militares situadas en Irak en las que se encuentran desplegados soldados estadounidenses, en lo que el líder supremo iraní, Alí Jamenei, describió como "una bofetada" a Washington.
Trump aseguró horas después que los ataques no habían provocado bajas, aunque un responsable de la Guardia Revolucionaria de Irán aseguró que unos 80 militares estadounidense habían muerto.
Por su parte, las autoridades iraquíes criticaron duramente el bombardeo contra Soleimani y las FMP y recalcaron que esta coalición de milicias fue un elemento importante en la lucha contra el grupo yihadista Estado Islámico.
El Parlamento iraquí aprobó el 5 de enero una moción que exige la expulsión de las tropas estadounidenses del país y obliga al Gobierno a comprometerse a hacer público cualquier acuerdo que alcance en el futuro para la presencia de asesores y formadores militares extranjeros.
Durante la jornada del 6 de enero, el Ejecutivo iraquí limitó las actividades de la coalición internacional y las redujo a los trabajos de entrenamiento y asesoría, prohibiendo sus movimientos por tierra y aire. Por ello, la coalición contra Estado Islámico anunció el 9 de enero una "pausa" de sus operaciones militares en Irak.