El centro de elefantes de Tailandia, donde a principios de enero murió la turista española Blanca Ojanguren, golpeada por un paquidermo, no tenía licencia del Gobierno para trabajar. El santuario Koh Yao no está registrado en el Departamento de Ganadería, según ha confirmado a EFE el ente público del país asiático. El cuidador del animal implicado en el ataque está acusado de negligencia.
El ‘Koh Yao Elephant Care’, donde ocurrió el incidente, "no está registrado en el Departamento de Ganadería", por lo que no tiene licencia para operar, según ha explicado una fuente de esa agencia gubernamental, que está en control de 245 centros que albergan a 5.359 paquidermos domesticados.
La confirmación de esta irregularidad no afectará la investigación penal por la muerte de la española de 22 años, en la que ya hay un investigado, según dijo a EFE la Policía de Phang Nga, que lleva el caso y que ha presentado cargos contra el cuidador de la elefanta.
Al respecto, la fuente policial reiteró que hasta ahora solo hay una persona acusada por este hecho, quien sigue en libertad debido a que no presenta riesgo de fuga.
Los investigadores siguen trabajando en el informe del caso ocurrido , que aún no llega a manos de la Fiscalía.
La Policía informó de que el lunes pasado, los padres y el novio de la joven fallecida habían declarado ante las autoridades y han acusado de negligencia al cuidador del paquidermo. El novio de Blanca Ojanguren fue testigo del ataque del elefante, que la golpeó con la trompa.
El motivo de la supuesta negligencia no ha sido aclarado por la Policía. Por su parte, la cadena de televisión pública Thai PBS indica como posible causa que el cuidador no tenía equipamiento, como cuchillos o ganchos, para controlar al animal en caso de necesidad.
La causa oficial de la muerte de la joven -que cursaba estudios de Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad de Navarra- no ha sido determinada, en tanto que las averiguaciones preliminares de la Policía y del centro apuntaron a que murió tras una caída y ser golpeada por la trompa del animal.
Si el hombre, por el momento el único acusado, es declarado culpable, podría enfrentarse a una pena de hasta 10 años de cárcel y una multa de 200.000 bat (unos 5.800 dólares estadounidenses o unos 5.570 euros), según lo previsto en el Código Penal del país asiático.
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