Virginia McCullough es una mujer británica de 36 años que residía con sus progenitores a las afueras de la ciudad de Chelmsford, la capital del condado inglés de Essex. Durante meses planeó el asesinato de sus progenitores y, tras llevar a cabo los crímenes, lo ocultó a familiares y amigos.
Así lo informan fuentes como 'The Guardian'. Virginia envenenó a su padre, John McCullough, de 70 años, con medicamentos que, una vez triturados, añadió a bebidas alcohólicas, según declaró la fiscal Lisa Wilding al tribunal. Al día siguiente, acabó con la vida de su madre, Lois, de 71 años, a quien golpeó con un martillo y apuñaló hasta ocho veces en el pecho.
Después de matar a sus padres, en junio de 2019, McCullough pasó cuatro años viviendo con los cadáveres en la casa familiar. Antes de que se descubriera su macabro plan, gastó de manera fraudulenta casi 150.000 libras (unos 179.000 euros) utilizando las pensiones y las tarjetas de crédito de sus víctimas.
Con el objetivo de ocultar sus actos, Virginia se hacía pasar por sus progenitores en los mensajes que enviaba a los más allegados, no dudando incluso en imitar sus voces a la hora de responder las llamadas telefónicas. Cuando John y Lois no acudían a citas médicas o daban algún 'plantón' a sus parientes, la hija, que llevaba una buena temporada en paro cuando llevó a cabo los asesinatos, aseguraba que estaban fuera, disfrutando de unos días de vacaciones, o que se encontraban mal.
McCullough llegó a construir "una tumba improvisada" para su padre, quien, apuntó Wilding, había trabajado como profesor en la Universidad Anglia Ruskin, una de las más grandes del este de Inglaterra. Una sepultura que cubrió con numerosas mantas y con una serie de cuadros.
Durante gran parte del juicio, recoge el mencionado diario, Virginia se sentó en el banquillo de los acusados vestida con un top morado de manga larga y pantalones negros. Y no pudo evitar las lágrimas al escuchar a la fiscal cómo relataba parte de la confesión que la acusada hizo a la Policía. McCullough llegó a afirmar ante los agentes que, mientras golpeaba y acuchillaba a su madre, era "como alguien que toca el xilófono". Añadió también que sostuvo su mano mientras moría sin dejar de repetir "lo siento". Una vez fallecida, ocultó el cuerpo en el interior de un armario en uno de los dormitorios.
Ese mismo día del ataque, Virginia acudió a un médico de cabecera por un corte en el dedo, el cual explicó que se había hecho cocinando unas verduras. Su visita al doctor tuvo lugar justo antes de ir a comprar los objetos que empleó para deshacerse de los cadáveres, los cuales metió en sacos de dormir.
Wilding manifestó que la pandemia de covid y los problemas que tenía un médico para contactar con John McCullough fueron un "golpe de suerte para perseguir el engaño", que fue descubierto en 2023. Los hermanos de Virginia dejaron claro que John y Lois eran padres y abuelos "cariñosos y atentos" cuyo "único mantra por el que vivían era que sus hijos estuvieran seguros y fueran felices". Condenada a cadena perpetua, ella pasará entre rejas, al menos, los próximos 36 años.
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